Miles de trabajadores de la zona del Golfo de Fonseca, donde hay cientos de fincas camaroneras y plantas empacadoras, temen perder sus empleos luego de que Honduras rompió relaciones diplomáticas con Taiwán para vincularse a China.
“No queremos que se cierre el comercio con Taiwán”, dice a la AFP Lorena de Jesús Zelaya, empleada de una planta empacadora de camarones de exportación en la costa del Pacífico de Honduras.
En una declaración conjunta firmada con China el 26 de marzo, Honduras se comprometió a “no volver a tener ninguna relación o contacto de carácter oficial” con Taiwán, algo que los camaroneros hondureños interpretan como el fin del Tratado de Libre Comercio con la isla, vigente desde 2008.
“Tengo 31 años de estar trabajando (en la industria camaronera), mis hijos han dependido de mí”, agrega con desazón Zelaya, de 51 años, vestida con bata, gorra, mascarilla y botas de hule en esta planta de Choluteca, 85 km al sur de Tegucigalpa.
Ella es una de las 800 mujeres que trabajan en esta empacadora, donde los camarones son congelados antes de ser exportados a Taiwán, México y naciones de Europa.Los camarones son cultivados en lagunas artificiales rectangulares en fincas rodeadas de bosques de mangle, a unos cinco kilómetros de la costa.
El agua del mar llega a las enormes piscinas a través de canales.Este negocio comenzó a prosperar en la década de 1970 y ahora hay 324 fincas, que ocupan unas 24,500 hectáreas.
“MERCADO DE ALTO VALOR”
Casi el 40% de esta producción de camarones iba hasta ahora a Taiwán, dice Yader Rodríguez, dueño de una de estas granjas, que ve su negocio en riesgo ante la perspectiva de perder un mercado al que se exportaban más de 100 millones de dólares al año.
“Perder el mercado taiwanés para Honduras, como productor de camarones, es una situación muy compleja por el nivel de precios. Taiwán es un mercado de alto valor, donde nuestros camarones se pueden vender casi que el doble, con respecto al mercado chino”, dice Rodríguez a la AFP.
“Estamos muy preocupados por lo que pueda pasar con esta decisión política”, agrega el empresario, de 46 años.Las plantas y fincas camaroneras en Honduras tienen unos 23,000 trabajadores directos, la mayoría mujeres, pero la cifra sube a 150,000 con los empleos indirectos.
“Buscar soluciones”
La Asociación Nacional de Acuicultores de Honduras ha sostenido reuniones con autoridades de Tegucigalpa para manifestarles el temor de que Taiwán bloquee las exportaciones hondureñas, tras la ruptura de lazos diplomáticos.
La asociación pidió al gobierno hondureño “extender al gobierno de Taiwán una carta solicitando” que continúen “las relaciones comerciales”, explica a la AFP su presidente, Juan Carlos Javier.
Entre los trabajadores hay “temor a la pérdida de sus empleos”, pero hay “apertura en el gobierno de escuchar y buscar soluciones”, reconoce Javier, quien destaca que más de un tercio de los ingresos por exportaciones de camarones en 2022 corresponden a Taiwán.
Honduras es el quinto país centroamericano que ha roto vínculos con Taipéi para unirse a Pekín desde 2007. Ahora solo 13 países reconocen a la isla asiática.Bajo el principio de “Una sola China”, Pekín no permite a ningún país mantener relaciones diplomáticas simultáneamente con Taipéi.
En Centroamérica, ahora solo Guatemala y Belice tienen lazos con la isla. Para reafirmar la alianza, la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, visitó la semana pasada ambos países, donde prometió mantener la asistencia a sus aliados.
“Es muy grave”
El camarón es el quinto producto de agroexportación de Honduras, después del café, el banano, el azúcar y el aceite de palma africana.
Las exportaciones totales de Honduras ascendieron en 2022 a 6,102 millones de dólares, de ellos 129.8 millones de dólares a Taiwán.
“Todas las familias están preocupadas […] por este tratado que se quiere romper”, expresa a la AFP Carlos Abrego, de 28 años, contador de una empresa camaronera.
“Estamos realmente muy preocupados porque en este lugar donde nosotros vivimos perder un empleo o recibir una rebaja salarial es muy grave”, dice a la AFP Pedro Antonio Martínez, de 34 años, encargado de la alimentación de los camarones en una finca.