Bolsonaro arrancó a la cabeza, pero Lula da Silva recuperó terreno para dar la vuelta antes de llegar al 70 por ciento de los votos contados.
Luiz Inácio Lula da Silva ganó la elección presidencial de Brasil, al vencer en segunda vuelta al actual mandatario, Jair Bolsonaro.
El conteo de votos se realizó a gran velocidad, mientras las autoridades recopilaban datos de las máquinas electrónicas. Bolsonaro arrancó a la cabeza con los primeros datos, pero Lula ganó terreno poco a poco, cerrando la brecha hasta darle la vuelta poco antes de llegar al 70 por ciento de las máquinas escrutadas.
El Partido de los Trabajadores suele obtener más apoyo en las regiones que tardan más en informar los resultados, según los expertos electorales, lo que explica la voltereta en la parte final.
Con 99.17 por ciento de las máquinas contadas, Lula obtuvo el 50.85 por ciento de los votos, es decir 59 millones 801 mil 287 sufragios; mientras que Bolsonaro obtuvo 49.15 por ciento, 57 millons 810 mil 805. En la transmisión oficial dijeron que en resultado da la victira matemática para el izquierdista.
«Elección definida matemáticamente (Elegido)».
La victoria de Lula supone un sorprendente regreso del líder izquierdista, que fue encarcelado durante 19 meses por condenas de soborno que el Tribunal Supremo anuló el año pasado, despejando el camino para que pueda optar a un tercer mandato presidencial.
Lula ha prometido volver al crecimiento económico impulsado por el Estado y a las políticas sociales que ayudaron a sacar a millones de personas de la pobreza durante el auge de las materias primas, cuando gobernó por primera vez Brasil.
También ha prometido combatir la destrucción de la selva amazónica, que se encuentra en su punto más alto de 15 años, y convertir a Brasil en un líder en las conversaciones mundiales sobre el clima.
Las autoridades electorales de Brasil se preparan para un resultado estrecho, que Bolsonaro podría impugnar si pierde.
El presidente lleva más de un año cuestionando la fiabilidad del sistema de votación electrónica de Brasil. Aunque no ha habido pruebas de fraude desde que se implantó en 1996, muchos de los partidarios de Bolsonaro dudan ahora de la credibilidad de las elecciones del país.