Desde la Catedral de Tegucigalpa, el líder católico condenó la inequidad y llamó a practicar la misericordia como camino cristiano
TEGUCIGALPA, HONDURAS.
Durante la homilía dominical celebrada en la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel, el arzobispo de Tegucigalpa, José Vicente Nácher, advirtió que la inequidad y la indiferencia hacia el sufrimiento colectivo no forman parte del proyecto de Dios, y que no se puede aspirar a la vida eterna privilegiando a unos pocos mientras se ignora el bien común.
“Un mundo de descartes e inequidades no es el proyecto querido por Dios. Jamás el bien de unos pocos, olvidando el de muchos, será el camino para heredar la vida eterna”, expresó el también presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH), al reflexionar sobre el Evangelio del buen samaritano.
En su mensaje, Nácher subrayó que Cristo es el fin en el que todas las cosas serán reconciliadas, armonizadas y puestas en su lugar para dar gloria a Dios.
“La clave de la vida cristiana está en una divinidad que busca esperando, y en una humanidad que espera buscando”, añadió.
Un llamado al amor compasivo y a la acción solidaria
El prelado remarcó que el amor de Dios Padre es incondicional y que cada ser humano está llamado a ser partícipe de sus bienes, a través de un acto consciente de recibir, vivir y compartir ese amor.
“Ser cristiano es un sorprendente encuentro con Cristo, que nos espera donde menos lo pensamos. Practicar la misericordia es necesario y es posible”, señaló.
Inspirado en la lectura del Evangelio de Lucas (10, 25-37), Nácher recordó que el verdadero prójimo es aquel que se compadece y actúa, como lo hizo el samaritano que auxilió al hombre herido en el camino, a diferencia del sacerdote y el levita que pasaron de largo. “Anda y haz tú lo mismo”, reiteró el arzobispo, citando las palabras de Jesús.
El mensaje del líder católico resuena en un contexto nacional marcado por la desigualdad, la violencia y la exclusión social.
Frente a esta realidad, su llamado a la compasión activa y a la justicia social plantea una invitación a abandonar la indiferencia y a reconstruir una Honduras más humana, solidaria y justa.