TEGUCIGALPA, HONDURAS.
La Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ) alertó este miércoles sobre una posible devaluación significativa del lempira para finales de este año, lo que podría intensificar la pérdida del poder adquisitivo de los hondureños y aumentar el costo de vida en todo el país.
La advertencia fue hecha por Lilian Rivera, especialista en finanzas públicas de la organización, quien expresó su preocupación por la tendencia actual del tipo de cambio, el cual, de continuar al ritmo observado, podría alcanzar o incluso superar los 27 lempiras por dólar al cierre de 2025.
“De seguir a este ritmo que estamos viendo, al cierre del año esperaríamos una devaluación de 27 lempiras o más”, señaló Rivera, haciendo un llamado al Banco Central de Honduras (BCH) a tomar acciones inmediatas y basadas en datos técnicos para mitigar el impacto.
La devaluación no es una ventaja para Honduras
Aunque una moneda más débil podría favorecer a los países exportadores, Honduras no cuenta con una estructura exportadora lo suficientemente robusta como para beneficiarse de una depreciación del lempira, explicó Rivera.
Por el contrario, el impacto será negativo y directo en los productos importados, como combustibles, medicamentos, alimentos, maquinaria e insumos agrícolas. Esto, inevitablemente, se traducirá en un incremento en el costo de bienes y servicios básicos.
“La inflación es el aumento generalizado de precios, y al importar productos más caros, eso repercute en los costos que pagan los hondureños”, agregó la especialista.
Golpe al poder adquisitivo de las familias
La situación se agrava en un contexto donde el precio de la canasta básica y el servicio de energía eléctrica ya representa una pesada carga económica para las familias, mientras los ingresos de los trabajadores permanecen estancados.
“Definitivamente, hay una disminución del poder adquisitivo, y eso repercute directamente en las familias hondureñas”, concluyó Rivera.
¿Y la respuesta del Gobierno?
En medio de este panorama, el llamado de atención de la ASJ al Banco Central y al Gobierno en general es claro: no se puede permitir que la devaluación avance sin control ni medidas correctivas. La estabilidad monetaria no es solo un tema macroeconómico, sino una condición esencial para el bienestar diario de millones de ciudadanos.
Con una economía frágil y una inflación persistente, cada lempira perdido frente al dólar significa menos comida, menos salud y menos oportunidades para miles de familias.
El país necesita respuestas, no justificaciones.