El panorama en los pueblos de l’Horta Sud de Valencia sigue siendo devastador: localidades como Alfafar, Benetússer, Sedaví, Massanassa, Aldaia o Catarroja tratan de deshacerse de los restos de la dana, un trabajo prácticamente autogestionado que les ha hecho reinventarse como ingenieros de caminos, mecánicos, fontaneros, gruistas o guardias urbanos.
En una rotonda de Alfafar, un grupo de jóvenes trataba de mover a pulso un coche que, tras quedar varado sobre una rotonda, dificulta el acceso a la localidad de las furgonetas en las que asociaciones de toda España traen agua y comida para los afectados.
Mientras tanto, otro hombre indica a los vehículos cuando pueden pasar por la rotonda o deben detenerse, al tiempo que vigila que ningún peatón despistado añada un suceso más a la larga lista que esta localidad vive desde el pasado martes.
Un poco más allá, otros tres voluntarios tratan de desatascar una alcantarilla que no traga agua, mientras varios tractoristas apilan en los bordes de la calzada los enseres que las víctimas de la dana han sacado de sus casas por estar inutilizados, los cuales serán trasladados fuera del pueblo por conductores que prestan a la causa sus remolques.
“Estamos desesperados”
“Estamos desesperados, ya no me quedan lágrimas para llorar. Los políticos se cansan de decir que está llegando la ayuda, que están organizados desde el minuto uno, pero no”, ha esgrimido una vecina de Alfafar mientras esperaba su turno para acceder a uno de los únicos supermercados abiertos en la localidad.
También han sido voluntarios los que este sábado repartían mascarillas a los que llegaban a la zona cero de la Dana tras la recomendación de la Generalitat Valenciana de protegerse durante la limpieza por posibles infecciones, así como los que han colocado carteles a lo largo del recorrido que va desde el barrio de San Marcelino para dirigir a los que quieren ayudar hasta las poblaciones afectadas.
“Alfafar, Benetússer, Catarroja (centro del pueblo)”, reza un cartel sobre el que hay pintada una flecha hacia la izquierda. En el otro extremo, otro trozo de papel del que sale una flecha hacia la derecha apunta dónde ir si se quiere llegar a las rotondas de Massanassa o Albal.
Vecinos y voluntarios contra la dana
En frente, varias personas enrollan bolsas de basuras alrededor de las piernas de los que llegan para que se manchen lo menos posible. Los que no traen palas o escobas también disponen de varios puntos donde pueden hacerse con ellas.
También en Aldaia los vecinos y voluntarios han sacado todos los instrumentos y equipamiento con el que contaban, la mayoría de ellos caseros, y se han puesto manos a la obra para abrir alcantarillas, sacar lodo de los bajos o achicar los cientos de litros que aún quedan en los garajes.
Maricarmen, vecina de la localidad, se ha pasado el día repartiendo agua y algo de comida entre los voluntarios.
“A ver si puedo ayudar en algo, me han dado bocadillos y agua y quesitos y veo si la gente necesita algo, más no tengo”, comparte con EFE al tiempo que celebra que la gente esté “ayudando mucho”.
“Hace mucha falta la UME”
Pese a ello, tiene claro que “hace mucha falta la UME y el ejército” porque “son los que tienen los medios”: “Necesitamos camiones para sacar esto de aquí (los muebles que hay en las calles), en las casas más o menos los vecinos nos ayudamos, pero en las calles les necesitamos”.
También David ayuda “como se puede”. “Nadie conocemos la estructura de las casas, pero ya hemos vaciado las plantas bajas y ahora estamos con los accesos”, dice en la puerta de una casa que no es suya, pero en la que trabaja incansablemente junto a otra veintena de ciudadanos.
Entre kilos de fango, abre alcantarillas para intentar librarse de la acumulación de agua en las calles y en los garajes, y con una bomba cedida por un vecino “hasta que llegue la UME” intenta “hacerlo lo mejor que se pueda”.
En Valencia lo tienen claro, como rezaba hoy una sábana en un balcón de Alfafar y que ya se ha convertido en el lema de esta catástrofe: “Solo el pueblo salva al pueblo”.
Con información de EFE