• En plena tensión preelectoral, el líder religioso exhorta a los hondureños a vivir noviembre “desde la fe” y recordó que “Honduras tiene derecho a resucitar a algo mejor”
TEGUCIGALPA, HONDURAS.
En una homilía marcada por el contexto político y espiritual que vive el país, el cardenal emérito Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga llamó este domingo a los hondureños a la oración y a la reflexión ante el proceso electoral que se avecina.
El líder de la Iglesia católica advirtió que noviembre será “un mes decisivo para la historia de Honduras” e instó a la ciudadanía a pedir a Dios “para que el espíritu del mal no vaya a truncar un futuro que todos queremos en paz, en orden y en limpieza”.
“Queridos hermanos, ¿cómo estamos viendo cosas en nuestra sociedad que no están bien? Sabemos que este mes de noviembre es muy importante para la historia de nuestra Honduras. Pero, son acontecimientos que hay que vivir desde la fe”, expresó el cardenal durante la misa dominical.
Rodríguez fue enfático al señalar que aquellos que “acostados meditan el crimen” o planean deshacer el orden democrático deberán “rendir cuentas ante Dios”.
“Oremos para que el malvado no prevalezca, para que el espíritu del mal no vaya a truncar un futuro que todos queremos en paz, en orden, en tranquilidad y en limpieza”, exhortó.
“Honduras tiene derecho a resucitar a algo mejor”
En un mensaje cargado de simbolismo, el cardenal comparó la situación del país con la esperanza de la resurrección, recordando que Honduras también puede renacer.
“No vivir llenos de miedo como aquellas piadosas mujeres, sino escuchar: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está, ha resucitado. Honduras también tiene derecho a resucitar a algo mejor”, manifestó ante los fieles.
La homilía del cardenal coincidió con la conmemoración del Día de los Difuntos, fecha en la que la Iglesia invita a recordar a los seres queridos que han partido. Rodríguez destacó que este día no debe vivirse con tristeza, sino con esperanza y consuelo.
“El amor no termina en una tumba”
Durante su mensaje, el purpurado hondureño reflexionó sobre la pérdida y la fe, subrayando que el amor hacia los seres queridos trasciende la muerte.
“No los podemos abrazar físicamente, pero los abrazamos con la memoria, la gratitud y la oración. Recordar no es quedarse en el pasado, es reconocer que el amor que vivimos con nuestros seres queridos sigue vivo”, expresó.
También recordó que el dolor ante la muerte “está profundamente ligado al amor, porque solo se llora por quien se ama, no por desconocidos”.
Rodríguez enfatizó que la muerte no debe verse como el fin, sino como “la continuidad del camino hacia el encuentro con el Señor Jesús”, y que “todo sufrimiento, enojo, tristeza y miedo son realidades que pertenecen a esta vida, pero las almas justas entran a una realidad divina donde ya no hay dolor ni llanto”.
Finalmente, llamó a los hondureños a no pensar en la ausencia, sino en la presencia transformada de los difuntos: “El amor no termina en una tumba, solo cambia de forma. Hoy oramos por los difuntos sabiendo que están felices en Dios”.
El mensaje del cardenal Rodríguez, que mezcló fe, reflexión y un llamado a la paz, resuena en un momento en el que el país atraviesa tensiones políticas, con el proceso electoral en puerta y un clima de incertidumbre que pone a prueba la esperanza de los hondureños.









