- Aseguran que las autoridades han dejado el caso en el olvido mientras crece la desesperación entre los estafados
CHOLOMA, CORTÉS.
A casi dos meses del estallido del escándalo financiero relacionado con Koriun Inversiones, miles de personas afectadas por la presunta estafa denuncian que el caso ha quedado «dormido», mientras sus esperanzas de recuperar los fondos invertidos se desvanecen rápidamente.
Aunque las protestas y tomas de carreteras se han detenido de forma temporal, los inversionistas defraudados aseguran que retomarán las medidas de presión si no reciben respuestas concretas por parte del gobierno y del sistema judicial.
“Nos sentimos abandonados. Solo fueron promesas y anuncios, ahora nadie da la cara”, manifestaron representantes del grupo de afectados, quienes acusan a las autoridades de lavarse las manos tras la intervención inicial del Ministerio Público (MP).
Según investigaciones preliminares del MP reveladas en febrero, Koriun Inversiones operaba bajo un esquema Ponzi, en el cual se pagaban intereses a los inversionistas antiguos con el dinero de los nuevos, sin que existieran verdaderas inversiones productivas ni generación de ganancias reales.
Esta operación fraudulenta habría funcionado durante al menos siete años, captando millones de lempiras en todo el país.
Muchas de las víctimas entregaron los ahorros de toda su vida, y hoy enfrentan crisis económicas, deudas y graves consecuencias emocionales.
Algunos reportan haber perdido sus viviendas, negocios o incluso la posibilidad de costear tratamientos médicos.
A pesar de que el Ministerio Público ha asegurado que la investigación sigue en curso, los afectados denuncian que no hay avances visibles, ni se ha esclarecido el paradero del dinero captado ni la responsabilidad de los principales implicados.
“Estamos desesperados. Nos dejaron solos y nadie responde”, señalaron varios de los afectados, quienes advierten que podrían volver a las calles si en los próximos días no se presentan resultados o medidas de compensación claras.
El caso Koriun se perfila ya como una de las estafas financieras más grandes en la historia reciente de Honduras, y pone en evidencia la urgencia de fortalecer los mecanismos de control financiero, supervisión estatal y educación económica de la población.