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viernes, diciembre 5, 2025
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DatoWorld desmonta denuncia de fraude de Marlon Ochoa y reafirma legitimidad del conteo electoral

  • La firma internacional responde con hechos verificables a una acusación sin pruebas; analistas advierten que el discurso del consejero del CNE pone en riesgo la estabilidad democrática del país.

TEGUCIGALPA, HONDURAS.

La prestigiosa firma DatoWorld respondió con contundencia a la acusación de fraude electoral lanzada por el consejero del Consejo Nacional Electoral (CNE), Marlon Ochoa, quien denunció una supuesta manipulación masiva de votos sin presentar evidencia que la sustente.

La reacción de la firma internacional no solo cuestiona la veracidad del señalamiento, sino que coloca nuevamente en el centro la importancia del conteo público y verificable que la ciudadanía presenció el día de las elecciones.

“Voto para Salvador, voto para Salvador, voto para Papi, voto para Salvador, voto para Papi, voto para Papi, voto para Salvador, voto para Papi, voto para Rixi”. Con esta descripción clara del escrutinio en mesa, DatoWorld recordó lo que el país entero vio en las aulas de votación: un conteo cerrado entre Salvador Nasralla y Nasry Asfura, con Rixi Moncada en un rezagado tercer lugar.

Mientras Ochoa sostiene una teoría de “fraude automatizado”, DatoWorld subraya que los hechos son públicos, transparentes y verificables.

El contraste no podría ser mayor: por un lado, una denuncia sin pruebas; por el otro, el registro del propio CNE y la experiencia directa de miles de hondureños que participaron en el escrutinio.

Fraude en 13 mil actas: una acusación sin sustento

En una conferencia de prensa, Ochoa aseguró que existió fraude en 13,246 actas, lo que implicaría la supuesta manipulación de 982,412 votos. Sin embargo, no presentó audios, dictámenes técnicos, actas adulteradas, ni ningún tipo de soporte documental o digital que permitiera iniciar un proceso de verificación formal.

La denuncia quedó en el aire como una afirmación grave, pero sin sustento verificable, interpretada por diversos sectores como un intento político de deslegitimar una derrota electoral ya asumida por la mayoría de observadores y especialistas.

Si hubo fraude, ¿por qué nadie lo detectó en mesa?

El propio discurso del consejero entra en contradicción. Si realmente existió fraude en más de trece mil mesas, surge la pregunta clave: ¿cómo es que los representantes del Partido Libre no detectaron nada en el momento del escrutinio?

Cada acta fue firmada por delegados del Partido Nacional, Partido Liberal y Libre. No hubo protestas formales al cierre de mesas ni reportes masivos de irregularidades.

Pretender ahora que hubo manipulación generalizada implica admitir otra falencia: que Libre solo alcanzó a cubrir una tercera parte de las mesas, dejando más en evidencia su debilidad operativa que cualquier alteración de resultados.

El deber del CNE es resguardar la estabilidad del país

Analistas advierten que las declaraciones de Ochoa no solo carecen de pruebas, sino que representan un riesgo para la estabilidad nacional. Un consejero del organismo electoral —llamado a garantizar confianza, transparencia y certidumbre— no puede poner en duda la voluntad popular para justificar reveses políticos.

La democracia hondureña se basa en hechos: las actas. Y estas pueden ser verificadas por cualquier partido o ciudadano que lo solicite.

Actas en mano: la prueba democrática que puede cerrarlo todo

La salida más clara y democrática ante la narrativa de fraude consiste en un ejercicio transparente: exhibir las actas originales.

Si el Partido Liberal y el Partido Nacional muestran sus actas y estas coinciden entre sí y con las que posee el CNE, y si Libre hace lo mismo, se confirmará públicamente que la información registrada es idéntica.

Que el acta 20 del Liberal coincida con el acta 20 del Nacional, y ambas con la del CNE, es la demostración más poderosa de que el resultado es legítimo.

Si los votos, las firmas y los datos coinciden, la denuncia queda expuesta como lo que muchos interpretan: un intento desesperado del oficialismo por alterar la percepción pública del proceso.

La democracia ya habló: el resultado debe respetarse

Honduras ya decidió en las urnas. Las elecciones se llevaron a cabo sin presiones y con participación masiva. La ciudadanía expresó su voluntad, y el sistema electoral la registró.

Lo demás —coinciden expertos, observadores y firmas especializadas como DatoWorld— es ruido político.

La legitimidad del voto no debe ser puesta en riesgo por declaraciones sin pruebas. El país exige respeto a la decisión soberana y reclama responsabilidad a quienes ocupan un cargo dentro del organismo llamado a proteger la integridad del proceso.

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