CATACAMAS, OLANCHO.
En un acto público en el municipio de Catacamas, la presidenta Xiomara Castro volvió a defender su gestión entre quejas hacia sus detractores, promesas de continuidad política y una negativa rotunda a condonar las deudas de los productores con el Banco Nacional de Desarrollo Agrícola (Banadesa).
En un discurso cargado de reclamos, la mandataria afirmó que en “tres años y medio no es fácil cambiar lo que no hicieron en 12 años y siete meses”, haciendo alusión al gobierno anterior del Partido Nacional.
“¡Por Dios Santo! Ni que tuviéramos magia en nuestras manos”, exclamó, justificando así las limitaciones de su administración, a pesar de haber llegado al poder con la promesa de refundar el país.
Castro aseguró que ha cumplido con el pueblo hondureño, pese a la “enorme deuda” de 20 mil millones de dólares que heredó.
Sin embargo, evitó mencionar que durante su mandato dicha deuda no ha disminuido significativamente, mientras el país sigue enfrentando precariedad en salud, educación y generación de empleo.
La presidenta también lamentó los constantes señalamientos hacia su figura, alegando que ha sido objeto de críticas diarias por ser mujer y por su rol en la presidencia.
“No ha existido un día de Dios que no me hayan criticado”, dijo, sin hacer distinción entre las críticas políticas legítimas y los ataques personales.
Durante la entrega de 2,000 bonos tecnológicos productivos a agricultores, aprovechó para solicitar abiertamente el voto a favor de la candidata oficialista Rixi Moncada, lo que volvió a encender las alarmas por el uso de recursos públicos con fines proselitistas en plena etapa preelectoral.
Sin perdón para los deudores de Banadesa
Uno de los momentos más tensos de su intervención fue la negativa rotunda a la condonación de deudas agrarias.
“No puedo condonarles”, respondió a los productores que solicitaron alivio financiero, muchos de los cuales enfrentan dificultades para sembrar por falta de apoyo estatal y acceso al crédito.
La presidenta argumentó que una condonación limitaría futuros préstamos: “Sé que tienen deudas, pero lo que he hecho es refinanciárselas y volverles a prestar”, declaró, omitiendo el hecho de que muchos agricultores continúan atrapados en ciclos de deuda sin mejoras sustanciales en sus condiciones productivas.
También cuestionó duramente a la banca privada: “Los bancos no tienen interés de prestar para sembrar la tierra”, dijo, sin mencionar acciones concretas de su gobierno para corregir esta falta de apoyo financiero al sector agrícola.
Promesas en el aire y desconexión con el campo
Mientras los agricultores claman por soluciones estructurales y políticas públicas coherentes, el discurso presidencial se centra en un relato de resistencia frente a los “miopes” que no reconocen su gestión.
“Con tal que sí lo haga el pueblo, yo me doy por bien servida”, dijo, alejándose de una evaluación técnica y objetiva de su administración.
Castro también anunció la pronta inauguración de un laboratorio de medicamentos en Quimistán, Santa Bárbara, aunque no brindó detalles sobre su funcionamiento ni cómo se integrará a un sistema de salud que sigue enfrentando graves carencias.
Entre victimismo y promesas sin ejecución
El acto en Catacamas reflejó una vez más la tendencia del actual gobierno a combinar la denuncia de los males heredados con promesas de cambio que, a más de tres años de gestión, siguen sin materializarse plenamente.
Entre la falta de resultados concretos, la negativa a aliviar a los pequeños productores, y una narrativa centrada en el agravio constante, la presidenta Xiomara Castro parece más interesada en consolidar su legado político que en ofrecer respuestas estructurales a los problemas del país.