TEGUCIGALPA, HONDURAS.
Mientras el gobierno celebra un aparente avance en los indicadores internacionales sobre la facilidad para hacer negocios, la realidad económica del país sigue pintando un panorama desfavorable para la inversión y el empleo formal, según voces críticas del sector privado.
Uno de los más directos fue Eduardo Facussé, expresidente de la Cámara de Comercio e Industria de Cortés (CCIC), quien ironizó sobre una reciente publicación de la Secretaría de Prensa:
“Mientras nosotros ganamos las encuestas, los vecinos se llevan las inversiones”.
Facussé hizo su comentario a través de la red social X (antes Twitter), en respuesta a un comunicado del gobierno que presume una mejora en el Índice Global de Complejidad Corporativa (GBCI) 2025, elaborado por TMF Group, que ubica a Honduras como una de las economías más accesibles para hacer negocios en Centroamérica. Según el GBCI, el país ocupa este año el puesto 66 de 79 jurisdicciones analizadas, mostrando una supuesta tendencia positiva (fue 60 en 2024 y 47 en años anteriores).
Sin embargo, para Facussé, esta narrativa contrasta con la realidad:
“La atracción de inversiones y la generación de empleo formal ha sido un rotundo fracaso”.
Realidad vs. percepción
El gobierno se aferra a rankings internacionales para mostrar una cara amigable a los inversionistas. Pero otros indicadores ponen en duda esta visión optimista. El Índice Global de Oportunidades (IGO) 2025 del Milken Institute muestra que, a pesar de una leve mejora en los últimos cinco años, Honduras ocupa el último lugar en Centroamérica (97 de 126 países).
En contraste, El Salvador ha escalado 14 posiciones en el mismo periodo, pasando del puesto 100 en 2020 al 86 en 2025, según un análisis de la revista Estrategia y Negocios.
Falta de resultados concretos
Pese a los discursos, los resultados tangibles siguen ausentes. Honduras continúa arrastrando desafíos estructurales que limitan su competitividad: inseguridad jurídica, lentitud burocrática, altos costos logísticos y desconfianza empresarial.
Mientras tanto, países vecinos avanzan con reformas profundas y estabilidad normativa que sí logran atraer capitales. La crítica de Facussé refleja un malestar creciente en sectores productivos que ven cómo la retórica política sustituye la acción económica efectiva.
“Se necesita mucho más que cifras maquilladas para convencer al inversionista extranjero. La inversión viene donde hay reglas claras, institucionalidad fuerte y voluntad de trabajar con el sector privado. Nada de eso se ve claro hoy en Honduras”, comentan economistas.
La brecha entre el discurso oficial y los hechos concretos parece ampliarse, y con ella, el riesgo de que Honduras se quede observando cómo sus vecinos capitalizan las oportunidades que aquí se pierden.