TEGUCIGALPA, HONDURAS.
Honduras vuelve a encabezar un alarmante ranking regional: es el país con la tasa de fecundidad adolescente más alta de América Latina y el Caribe, con 97 embarazos por cada mil mujeres entre los 15 y 19 años, según el informe “Estado de la Población Mundial 2025”, presentado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
Durante la presentación del informe, el representante de UNFPA en Honduras, Iván Castellanos, advirtió que esta cifra “refleja una combinación de barreras estructurales profundamente arraigadas como la pobreza, la marginación y la falta de educación integral en salud sexual y reproductiva”.
El informe internacional hace un llamado directo al gobierno hondureño, señalando que la ausencia de datos actualizados, especialmente en casos de embarazos en niñas menores de 15 años, impide una respuesta estatal efectiva y deja en la invisibilidad a miles de niñas víctimas de violencia sexual y exclusión social.
“Esa invisibilidad estadística debe ser atendida con urgencia por el gobierno para diseñar políticas efectivas”, reiteró Castellanos.
Maternidad no deseada: una crisis silenciada
El documento también aborda lo que denomina una “crisis de fecundidad deseada”, destacando que casi la mitad de las personas en el mundo no tienen el número de hijos que desean. Un 20 % incluso tiene menos hijos de los que quisiera, producto de condiciones estructurales como inestabilidad económica, precariedad laboral, falta de servicios de salud reproductiva y ausencia de políticas de apoyo a la maternidad responsable.
Según Castellanos, este fenómeno “refleja una desconexión entre los sueños de las personas y la realidad que enfrentan, especialmente las mujeres jóvenes que, en muchos casos, son obligadas a ser madres sin haber decidido libremente”.
El desafío pendiente: voluntad política
El informe de UNFPA es claro en sus recomendaciones: invertir en educación, información y servicios de salud sexual y reproductiva es crucial para romper el ciclo de pobreza y maternidad forzada. Para ello, se requiere un compromiso serio del Estado hondureño, más allá de discursos y promesas, con políticas públicas sostenidas y con enfoque de derechos.
En un país donde las niñas y adolescentes siguen siendo las principales víctimas de un sistema que las ignora o las criminaliza, el liderazgo que Honduras ostenta en este ranking no es motivo de orgullo, sino una urgente señal de alerta sobre el fracaso institucional en proteger la infancia y la juventud.