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sábado, septiembre 20, 2025
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Israel vs. Palestina: ¿Por qué están en guerra permanente?

La actual guerra desencadenada por Tel Aviv en respuesta al ataque del grupo Hamás el 7 de octubre de 2023 se ha convertido en una de las páginas más sangrientas de este prolongado conflicto por la tierra y la independencia, que ha afectado a todo Oriente Medio.

(RT en Español)- Las disputas entre Israel y el mundo árabe, en particular, con Palestina, tienen profundas raíces históricas y religiosas que las han hecho persistir durante largo tiempo.

Así, la actual guerra desencadenada por Tel Aviv en respuesta al ataque del grupo Hamás el 7 de octubre de 2023 se ha convertido en una de las páginas más sangrientas de este prolongado conflicto por la tierra y la independencia, que ha afectado a todo Oriente Medio y desencadenado el mayor éxodo de palestinos de los últimos 75 años. 

  • Regreso a la «Tierra prometida»
  • Promesas de un Estado judío y olas de violencia en Palestina
  • Partición de Palestina sin lograr la paz
  • Comienzo de la ‘catástrofe’ palestina
  • Las guerras de los Seis Días y del Día de la Expiación
  • Acuerdos entre Israel y el mundo árabe
  • Intifadas: rebeliones de los palestinos
  • Enfrentamiento entre Israel y Hamás
  • Rechazo internacional

Regreso a la «Tierra prometida»

El Estado de Israel no existía en el mapa hasta la mitad del siglo XX. Hasta entonces, los hebreos vivían repartidos en diásporas en numerosos países alrededor del mundo. Por su parte, Palestina llevaba siglos siendo poblada principalmente por árabes, la mayoría de los cuales profesaba el islam y otros, el cristianismo. Mientras, los que profesaban el judaísmo constituían una minoría en este territorio, controlado en aquel entonces por el Imperio otomano. Todos ellos se consideraban palestinos.

Además, esta pequeña área en gran parte desértica de la costa oriental del Mediterráneo siempre fue considerada por todos ellos no solamente su hogar, sino una tierra santa, con su centro en Jerusalén. Según la tradición judía, Dios comenzó ahí la creación del universo; los cristianos creen que Jesús fue crucificado en esa ciudad, mientras que los musulmanes creen que el profeta Mahoma ascendió desde ahí a los cielos para encontrarse con Alá.

A principios del siglo pasado, el antisemitismo en Europa, los pogromos contra los judíos, las guerras y las revoluciones, la pobreza y el sueño de un Estado independiente impulsaron el deseo de los hebreos de regresar a la Tierra prometida. Varias oleadas de inmigración hebrea, denominada ‘aliá’ (‘ascenso’), afectaron profundamente a la población original de Palestina. Los migrantes trajeron desde Europa una forma de vida completamente diferentes y no pretendían asimilarse. Además, compraban más y más tierras, desplazando a los lugareños. Eso causó rechazo tanto entre los árabes, como los hebreos locales, que estaban comprometidos con las antiguas tradiciones religiosas y formas de vida. Comenzaron las fricciones, luego los disturbios y, finalmente, el derramamiento de sangre.

Se estima que, para 1914, más de 600.000 musulmanes vivían en la Palestina otomana. Los cristianos y los judíos eran minoría, con más de 80.000 y 30.000 personas, respectivamente. Sin embargo, la situación cambió rápidamente. Sin embargo, la situación cambió rápidamente.

Promesas de un Estado judío y olas de violencia en Palestina

En ese contexto, el Imperio otomano entró en la Primera Guerra Mundial del lado de Alemania y Austria-Hungría, y perdió, con lo cual se delimitaron sus intereses en Oriente Medio mediante un trato secreto firmado en 1916 por el Reino Unido y Francia. Para Palestina, el tratado preveía un régimen internacional de control, que posteriormente sería sustituido por un control británico. 

Al mismo tiempo, tras el estallido de la guerra, se reafirmó el sionismo político, movimiento nacionalista judío que surgió a finales del siglo XIX en Europa y cuyo objetivo es la creación y el apoyo de un Estado nacional hebreo en Palestina. En 1917, el ministro de Asuntos Exteriores de Reino Unido, Arthur James Balfour, notificó por carta al líder de los sionistas británicos, Lionel Walter Rothschild, que «el Gobierno de Su Majestad ve con buenos ojos el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará todo lo posible para facilitar el logro de este objetivo».

En los años 1920, Reino Unido recibió el mandato de la Liga de las Naciones para administrar Palestina, que repetía casi literalmente las declaraciones de Balfour. Como resultado de la división de las esferas de influencia en el Oriente Medio postotomano, Siria y Líbano pasaron a manos de los franceses, mientras que Palestina y Mesopotamia (el actual Irak) quedaron bajo control británico. Poco después, Transjordania también fue asignada a la tutela de Londres, pero las promesas a los hebreos no se extendían a ella. El sistema de mandato representaba un compromiso entre las exigencias de la era colonial y la necesidad de reconocer el derecho de las colonias a la autodeterminación.

Los británicos no lograron reconciliar a los árabes con los hebreos. La situación se agravó con el aumento del número de judíos llegados principalmente procedente de Europa del Este, con un marcado aumento en la década de 1930 como resultado de la infame persecución nazi. Durante ese período, la población judía de Palestina, compuesta principalmente por inmigrantes, aumentó de menos del 10 % en 1917 a más del 30 % en 1947.

Las demandas palestinas de independencia y su resistencia a la masiva inmigración judía desencadenaron una revuelta en 1937, seguida de una ola de terror y violencia sostenida por ambos bandos que continuó durante la Segunda Guerra Mundial y más allá. 

Partición de Palestina sin lograr la paz

Como consecuencia, un cuarto de siglo después de recibir el mandato, Londres planteó ante la recién formada ONU lo que se conocería como el ‘problema palestino’, argumentando que como potencia mandataria estaba sobrepasada por obligaciones contradictorias que no podía cumplir.

Así, en noviembre de 1947, la Asamblea General de la Naciones Unidas aprobó una resolución sobre la partición de Palestina en dos Estados independientes: uno hebreo y otro árabe. A Jerusalén y la vecina Belén se les concedió un estatus especial como territorio bajo control de la ONU. 

Sin embargo, el plan de partición no logró traer la paz a Palestina y la violencia derivó en una guerra en Oriente Medio. El mandato británico expiró el 14 de mayo de 1948 y, ese mismo día, David Ben Gurión proclamó la creación de un Estado hebreo independiente, Israel, y se convirtió en su primer ministro.

Comienzo de la ‘catástrofe’ palestina

Al día siguiente, los países árabes atacaron Israel, pero fueron derrotados. El Estado hebreo, recién formado y aún sin fronteras definidas, salió victorioso de lo que los israelíes denominan la ‘guerra de independencia’. Para muchos palestinos, los ataques actuales de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) son un eco de la trágica experiencia de sus antepasados ​​del siglo XX, cuando las milicias hebreas y, posteriormente, el Ejército israelí destruyeron más de 500 aldeas y poblados.

Fue entonces cuando comenzó el primer éxodo masivo de palestinos: más de 750.000 personas fueron expulsadas ​​de su tierra histórica y obligadas a refugiarse en la Franja de Gaza, una de las zonas más densamente pobladas del mundo. Los palestinos se refieren a este período como la ‘nakba’, que en árabe significa catástrofe o desastre. 

Por su parte, el joven país judío se estableció dentro de unas fronteras que abarcaban aproximadamente la mitad del territorio asignado por la ONU al Estado palestino. La otra parte del territorio fue ocupada por países árabes: Cisjordania y Jerusalén Oriental, por Jordania, y la Franja de Gaza, por Egipto. Así fue hasta el siguiente conflicto armado.

Las guerras de los Seis Días y del Día de la Expiación

A finales de mayo de 1967, los países árabes movilizaron sus tropas hacia las fronteras de Israel y comenzaron a amenazar con borrar del mapa al Estado hebreo. Israel lanzó un ataque preventivo y, en menos de una semana, todo había terminado. Como resultado de la guerra de los Seis Días, la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este quedaron bajo control israelí. Además, las fuerzas de Israel ocuparon los Altos del Golán sirios y la península egipcia del Sinaí.

A partir de aquel momento, el conflicto se volvió permanente. En 1971, el entonces presidente egipcio, Anwar Sadat, dejó claro en la ONU que estaba dispuesto a vivir en paz con Israel si el país hebreo se retiraba a sus fronteras anteriores a 1967, pero se encontró con una negativa categórica en Tel Aviv. Entonces, el mundo árabe comenzó los preparativos para una nueva guerra. 

El 6 de octubre de 1973, Siria, Egipto, Irak y Jordania lanzaron un ataque sorpresa a la península del Sinaí y los Altos del Golán mientras los israelíes celebraban el Yom Kipur (Día de la Expiación), la festividad judía más sagrada. Esa vez, los árabes lanzaron una ofensiva segura adentrándose en territorio enemigo, pero pronto fueron superados por las defensas israelíes, que lograron rodear a una de las unidades egipcias. Sin embargo, con la ayuda de la URSS y EE.UU., se firmaron tratados de paz que dejaron las fronteras prácticamente inalteradas.

Acuerdos entre Israel y el mundo árabe

Las negociaciones de paz entre Israel y los países árabes vecinos, así como los acuerdos con los palestinos han tenido altibajos durante los últimos 50 años. Con la mediación del 39.º presidente estadounidense, Jimmy Carter, Israel firmó en 1979 el primer tratado de paz con Egipto, cuyo líder tomó esa decisión al ver que los países árabes no podían hacer frente a la tarea de eliminar un Estado entero, sino que, por el contrario, continuaban perdiendo territorio.

Como resultado del acuerdo con El Cairo, apareció en el mapa la primera frontera no disputada de Israel. Otra frontera, la compartida con Jordania, se formalizó en 1994. Todavía no hay acuerdos con Líbano y Siria.

Ya en los años 2010, con la mediación del presidente estadounidense Donald Trump durante su primer mandato, Israel normalizó sus relaciones con los Emiratos Árabes Unidos y luego con Baréin y Sudán. A su vez, Joe Biden esperaba reconciliar a Tel Aviv con Arabia Saudí, pero no llegó a tiempo: en octubre de 2023, Hamás atacó Israel y comenzó un nuevo y sangriento conflicto bélico.

Intifadas: rebeliones de los palestinos

Desde los años 1980, el país hebreo ha vivido dos intifadas –rebeliones de los palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza– que se extendieron por más de una década. Ambas comenzaron bajo el liderazgo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), creada por Yasir Arafat, quien también fue el fundador del Movimiento de Liberación Nacional de Palestina (Fatah).

Tel Aviv consideraba que la población palestina bajo su control era mayoritariamente pacífica, aun cuando Israel continuaba expandiendo los asentamientos judíos en la Franja de Gaza y Cisjordania y expropiando tierras árabes. Los palestinos también eran vistos como una fuente de mano de obra barata. Esta ilusión se hizo añicos en 1987, cuando los jóvenes palestinos se rebelaron. Los manifestantes lanzaban piedras contra la Policía israelí y posteriormente las protestas se intensificaron hasta convertirse en enfrentamientos armados. El Ejército israelí llevó a cabo arrestos a gran escala y aplicó castigos colectivos.

La primera intifada terminó en 1993, cuando con la mediación de Bill Clinton se firmó en la capital noruega, Oslo, el primer pacto entre Israel y la OLP, la cual fue declarada representante del pueblo palestino y reconoció el derecho de Israel a existir. Dos años después, se firmó en Washington el acuerdo provisional palestino-israelí sobre Cisjordania y la Franja de Gaza, conocido informalmente como ‘Oslo II’. Aunque los documentos fueron diseñados para ofrecer una solución permanente al conflicto, acabaron fracasando.

La segunda intifada palestina, que comenzó en 2000 y se prolongó por 5 años, dio como resultado el control autónomo de la OLP sobre Cisjordania y la Franja de Gaza. La rebelión difirió notablemente del levantamiento anterior debido al uso de atentados suicidas contra civiles israelíes por parte grupos anti-Israel, así como por la magnitud de la respuesta militar de las fuerzas hebreas. Para cuando terminó en 2005, más de 3.000 palestinos y unos 1.000 israelíes habían perdido la vida.

Enfrentamiento entre Israel y Hamás

Tras la muerte en 2004 de Arafat, líder de la resistencia palestina durante décadas, su movimiento moderado, Fatah, comenzó a perder popularidad frente a Hamás, cuyos orígenes se remontan a 1987, cuando el jeque Áhmed Yasín lo fundó como parte de los Hermanos Musulmanes* de Egipto.

Hamás rápidamente ganó fama entre los palestinos por su firmeza y su negativa a aceptar la reconciliación con los israelíes y, como resultado de su disputa con Fatah, tomó en 2007 el control de la Franja de Gaza, mientras que Fatah consolidó su posición en Cisjordania y se sometió efectivamente a las condiciones israelíes, abandonando la lucha armada.

Desde entonces, el conflicto se ha intensificado en varias ocasiones. En 2007, los israelíes impusieron un bloqueo total sobre Gaza y llevaron a cabo varias operaciones militares allí: una de 22 días en 2008, otra de 8 días en 2012, otra de más de un mes en 2014 y otra de 11 días en 2021. Así, en 2014, los ataques de Tel Aviv contra edificios residenciales y zonas concurridas del enclave causaron la muerte de más de 2.000 civiles, mientras que las bajas israelíes no superaron el centenar. 

El conflicto actual y más mortal comenzó el 7 de octubre de 2023, cuando Hamás atacó el territorio de Israel, tomando decenas de rehenes. Según indicaron desde el movimiento, el plan de ataque fue adoptado por un pequeño número de comandantes y consistía en tomar rehenes para intercambiarlos por presos palestinos. Señalaron que el motivo de la ofensiva fueron las acciones del Gobierno israelí, incluyendo «visitas provocadoras a lugares sagrados en Jerusalén y el aumento de la presión sobre los prisioneros palestinos». 

En respuesta, Israel lanzó múltiples ataques contra la infraestructura y los miembros de Hamás en la Franja de Gaza, así como en otros países. En particular, bombardeó en varias ocasiones el Líbano y Yemen para, según Tel Aviv, destruir instalaciones utilizadas por Hezbolá y los hutíes, que intensificaron su retórica en apoyo de los palestinos y también responden al país hebreo con ataques. En junio, se desencadenó la ‘guerra de 12 días’ contra Irán, al que los israelíes acusan de apoyar a Hamás. En septiembre, las FDI atacaron la capital de Catar, Doha, donde se celebró una reunión de los líderes políticos del grupo palestino.  

En septiembre de 2025, las FDI iniciaron una masiva ofensiva terrestre contra la ciudad de Gaza. Además, el Parlamento israelí aprobó el pasado julio la anexión de Cisjordania, declarando que «la tierra de Israel pertenece al pueblo de Israel». Según datos de las autoridades sanitarias de Gaza, el número de muertos en el enclave palestino desde octubre de 2023 supera los 65.000. Además, la guerra ha provocado una nueva ola de expulsiones de palestinos de sus tierras y casas. 

Rechazo internacional

Las acciones israelíes en Gaza han provocado un rechazo mundial. Desde la ONU declararon que Tel Aviv es responsable de cometer actos de genocidio contra la población palestina. Además, instaron a Israel a «parar la carnicería» y «detener la destrucción sin sentido de Gaza».

Decenas de miles de personas en todo el mundo, incluido el propio Israel, han organizado multitudinarias protestas para exigir el fin de las hostilidades en la Franja de Gaza. Además, los manifestantes piden a sus gobiernos que corten lazos con el Estado hebreo.

En ese contexto, España aprobó un decreto ley para imponer un embargo de armas a Israel, así como la prohibición de tránsito por puertos españoles para los barcos que transporten combustible destinado a las FDI. La Unión Europea anunció la suspensión de la ayuda financiera a Tel Aviv en respuesta a la guerra en Gaza y a las denuncias sobre violaciones de derechos humanos en Cisjordania. Además, cada vez más países expresan su disposición a reconocer un Estado palestino.

Cada día que pasa, aumenta la cifra de víctimas en el que ya es el conflicto más prolongado de la era moderna en la zona, alejando la perspectiva de paz en Oriente Medio.

 




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