El responsable del museo subrayó que la popularidad de Janus puede ayudar a conocer la excesiva explotación de la tortuga griega
La tortuga de dos cabezas Janus, estrella del Museo de Historia Natural de Ginebra y llamada así en honor al dios romano de dos caras, cumplió hoy 25 años, una edad inusual para un animal con esta condición y que la institución suiza celebró con varios actos de homenaje a su mascota.
Los festejos comenzaron a primera hora de la mañana, cuando las dos cuidadoras que cada día velan por la salud del quelonio, tras la habitual ducha con agua tibia, agasajaron a Janus con un desayuno más variado de lo habitual y un ramo de flores igualmente comestible para ella, del que dio buena cuenta.
«Normalmente no puede tomar cosas muy dulces, pero hoy le hemos ofrecido este regalo», comentó a Efe una de las dos cuidadoras, la colombiana afincada en Suiza Angélica María Castaño, quien también ayudó a Janus a comer parte de la ensalada de frutas que le habían preparado con fresa, sandía y mango.
El banquete, que incluyó lechuga y zanahoria dulce, fue limitado, porque Janus es cuidadosamente vigilada desde que nació, y más desde que hace dos años fuera operada de una piedra en la vejiga, ya que entonces el veterinario le prohibió alimentos ricos en oxalatos tales como espinacas o perejil.
«Se recuperó totalmente de la operación, pero hay que cuidarla mucho porque aunque tiene dos bocas sólo tiene dos riñones, el régimen alimentario debe ser muy controlado», comentó la cuidadora.
Janus nació en las instalaciones del museo el 3 de septiembre de 1997, cuando de uno de los huevos que un particular había llevado a las incubadoras de la institución surgió ella, una tortuga macho de la subespecie griega (testudo graeca), presente en todo el Mediterráneo y muy habitual como mascota doméstica.
«El nacimiento de ejemplares con dos cabezas o dos miembros es relativamente habitual entre serpientes y tortugas, pero no suelen vivir mucho tras el nacimiento», explicó hoy el director del museo, Arnaud Maeder.
El principal hándicap para sobrevivir en estado salvaje es que no puede retraer sus dos testas dentro de su caparazón, privándole del principal método de defensa en caso de amenaza; además, en caso de que por accidente quede boca arriba, le es muy difícil poder darse la vuelta, y puede morir asfixiada en esa posición.
Sin embargo, en el museo ginebrino, con la ayuda de un régimen de alimentación, ejercicio y cuidados médicos adaptados a su condición, Janus ha conseguido batir todos los records y convertirse en la tortuga de dos cabezas más longeva que se conoce.
Las de su especie -con una cabeza- pueden vivir hasta medio siglo en la naturaleza, aunque en cautividad algunos especímenes han logrado superar el centenar de años.
En el museo donde ha vivido todo este cuarto de siglo, salvo cuando fue llevada a Zúrich para ser operada del cálculo con anestesia doble, Janus suele seguir la misma rutina, que se inicia cada día con ducha, almuerzo y entre y 15 y 60 minutos de paseo.
Más tarde, si el museo abre las puertas al público esa jornada, es llevada al terrario donde es mostrada al público, en el que el suelo está especialmente pensado para no ser ni muy liso ni muy rugoso con el fin de no afectar a la artritis que padece, debida en parte al mayor peso que conlleva su bicefalia.
Allí suele ser la estrella que todos los niños quieren ver y fotografiar, y hoy, en su cumpleaños, junto a muchos pequeños curiosos le visitará el consejero ejecutivo de Ginebra Sami Kanaan, exalcalde de la ciudad, quien le ofrecerá como regalo especial otra ensalada adaptada a sus gustos.
Unos gustos gastronómicos que no son iguales entre las dos cabezas, ya que según contó el director del museo la de la izquierda es más «comilona», una de las muestras de las distintas personalidades que tiene cada uno de los dos cerebros.
«A veces una de ellas quiere ir a un lado y la otra al otro, tener dos cabezas genera ciertos conflictos, aunque al parecer la derecha suele ser la dominante», explicó Maeder.
El responsable del museo subrayó que la popularidad de Janus puede ayudar a conocer la excesiva explotación de la tortuga griega y otras usadas como mascotas domésticas, ya que se calcula que hasta 10 millones de ellas pueden haber sido exportadas ilegalmente en el último siglo.
«También es una buena oportunidad para recordar que de las más de 300 especies de tortugas que hay en el mundo, un 60 % están en peligro de extinción, un porcentaje aún mayor en el caso de las marinas», destacó Maeder a Efe.