Por InSight Crime
Juan Matta Ballesteros fue un narcotraficante hondureño que se convirtió en pionero en el envío de cocaína a gran escala a través de Centroamérica y uno de los primeros traficantes en conectar a los proveedores de cocaína en Colombia con poderosos grupos criminales en México, como el Cartel de Guadalajara.
En el punto más alto de su carrera criminal, a inicios de la década de 1980, se cree que las organizaciones que trabajaban con Matta Ballesteros abastecían hasta un tercio de la cocaína que se consumía en Estados Unidos. Según autoridades federales, el narcotraficante amasó una fortuna estimada en más de US$1.000 millones. También recibió contratos del Departamento de Estado de Estados Unidos para transportar armas a grupos paramilitares de derecha durante los sangrientos conflictos de la Guerra Fría en Centroamérica, según un informe del Senado de 1986. Esto ejemplifica cómo, en ocasiones, las agencias estadounidenses fueron cómplices del narcotráfico en la región.
Sin embargo, para 1988 la paciencia de Estados Unidos se agotó. Fuerzas de seguridad hondureñas, acompañadas por alguaciles estadounidenses, detuvieron a Matta Ballesteros y lo trasladaron a Estados Unidos para enfrentar cargos de narcotráfico y secuestro. En enero de 1990, un juez de Los Ángeles lo condenó a cadena perpetua.
Historia
Matta Ballesteros nació en 1945 en Tegucigalpa, capital de Honduras. Creció en la pobreza, a veces en condición de calle, y trabajó como cobrador en buses urbanos. Para ganar dinero extra, robaba y vendía marihuana.
Salió de Honduras en busca de mejores oportunidades y viajó por México hasta llegar a Estados Unidos, donde trabajó primero en el campo en Texas y luego como empleado de supermercado en Nueva York. En ese país se involucró en redes de distribución de drogas y fue arrestado en 1970 en el Aeropuerto Internacional de Dulles, en Washington, con 24,5 kilos de cocaína. Evitó una condena por narcotráfico, pero fue recluido en una prisión de mínima seguridad en la base aérea de Eglin, en Florida, por crímenes migratorios.
Pronto escapó y regresó a América Latina, donde comenzó a relacionarse con figuras prominentes del incipiente mundo criminal. Trabajó para una organización que más tarde sería parte del Cartel de Medellín, primero como sicario y luego como encargado de un laboratorio de producción de cocaína. También viajó a México, donde se asoció con Miguel Félix Gallardo, líder del Cartel de Guadalajara, para orientar al grupo hacia el tráfico de cocaína, dejando atrás la marihuana y la heroína.
Sus vínculos le permitieron consolidarse como un poderoso intermediario de cocaína para grupos criminales en Colombia y México. Mientras los grupos mexicanos buscaban beneficiarse de las ganancias del tráfico de cocaína, el exceso de producción en Colombia y los controles en las rutas del Caribe obligaron a los traficantes colombianos a buscar nuevos aliados para mover cargamentos a gran escala.
Matta Ballesteros también fundó una aerolínea internacional, Servicios Ejecutivos Turísticos Commander (SETCO), que transportaba cocaína directamente a Estados Unidos. La aerolínea también fue contratada por el Departamento de Estado de Estados Unidos para trasladar armas y personal que abastecía a los Contras, un grupo paramilitar de derecha que libraba una guerra civil para derrocar al gobierno de Nicaragua.
Una red de funcionarios militares y estatales corruptos en Honduras protegía a Matta Ballesteros. El coronel Leónidas Torres Arias, jefe de la inteligencia militar (G2), colaboraba con el narcotraficante, protegía cargamentos de droga y eliminaba a sus rivales. Incluso, cuando Matta Ballesteros ofreció pagar la deuda externa de Honduras, el ministro de Finanzas del país dijo públicamente que su dinero “sería bienvenido”.
La relación con Estados Unidos comenzó a deteriorarse a mediados de los años 80. La epidemia del crack llevó a las autoridades estadounidenses a buscar culpables en el extranjero, y redadas en Van Nuys, un suburbio de Los Ángeles, revelaron libros contables que vinculaban directamente a Matta Ballesteros con el tráfico de drogas.
El 5 de abril de 1988, autoridades hondureñas, bajo supervisión de alguaciles estadounidenses, lo capturaron frente a su casa en Tegucigalpa y lo metieron a la fuerza, vendado, en una camioneta. Fue trasladado a República Dominicana y de ahí “removido” hacia Estados Unidos.
Al cruzar el espacio aéreo estadounidense, Matta Ballesteros fue formalmente detenido. Esta operación evitó el obstáculo legal de que Honduras y Estados Unidos no tenían un tratado de extradición.
El incidente provocó una ola de indignación en Honduras. Una turba de manifestantes, presuntamente alentada por militares, atacó y quemó la embajada de Estados Unidos. Cinco personas murieron y el gobierno hondureño decretó un estado de emergencia de cinco días.
Actividades criminales
En 1990, un juez estadounidense lo halló culpable de siete cargos, entre ellos conspiración, posesión y distribución de narcóticos, y dirección de una empresa criminal. Fue condenado a cadena perpetua más 75 años. Un documento previo a la sentencia lo describió como “quizás el narcotraficante más importante bajo custodia en el mundo”.
Las rutas de tráfico que Matta Ballesteros ayudó a establecer siguen vigentes. Utilizaba a Honduras como trampolín para mover cocaína desde Colombia hacia México y Estados Unidos. Barcos con droga salían de Colombia y transferían su carga a pequeñas embarcaciones pesqueras cerca de la costa caribeña hondureña. Luego, la droga se movía por tierra hasta su destino final.
Su auge fue financiado en parte por Estados Unidos, que lo consideraba un aliado contra el comunismo. Entre enero y agosto de 1986, el Departamento de Estado le pagó a SETCO US$185.924,25 para transportar armas a los Contras.
En esa época, varias agencias estadounidenses ya sabían que Matta Ballesteros era un narcotraficante. Una investigación del Comité de Relaciones Exteriores del Senado señaló que un informe aduanero de 1983 ya lo relacionaba con el tráfico de drogas. La DEA lo había clasificado como “Violador de Clase I”, su categoría más alta. Poco después, la oficina de la DEA en Honduras fue cerrada por “razones presupuestarias”.
Las autoridades de Colombia, Honduras y Estados Unidos lo vincularon con al menos 13 asesinatos cometidos para avanzar en sus actividades criminales. El crimen que más indignación causó en EE. UU. fue el asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena a manos del Cartel de Guadalajara. Matta Ballesteros fue señalado como uno de los autores intelectuales, junto con Rafael Caro Quintero y Miguel Félix Gallardo.
Aunque nunca se pudo probar su participación directa en el crimen, se halló un cabello supuestamente suyo en la casa de Guadalajara donde Camarena fue torturado, y registros de hotel indicaban que estaba en la zona cuando ocurrió el asesinato.
Geografía
Tegucigalpa fue el centro de operaciones de Matta Ballesteros. Desde allí utilizó su red de contactos para consolidar a Honduras como un importante “país puente” del tráfico de cocaína en Centroamérica.
Invirtió su fortuna en propiedades legítimas dentro del país, como fincas cafetaleras, ganaderías y bienes raíces. Tras su arresto, la embajada de Estados Unidos reconoció haber alquilado dos propiedades a miembros de su familia.
Debido al tamaño de la economía hondureña, el país ofrecía pocas oportunidades para el lavado de dinero, por lo que Matta Ballesteros expandió sus inversiones a Colombia y España. En Galicia, España, fundó una empresa importadora de artículos de lujo que vendía autos y cigarros, y que le habría servido para tejer alianzas con clanes criminales locales.
Su poder se basaba en su capacidad de moverse constantemente entre Colombia, Honduras y México, lo que le permitió ganarse la confianza de múltiples redes criminales y actuar como intermediario en importantes negocios de drogas.
Aliados y enemigos
Entre los aliados más poderosos de Matta Ballesteros estaban el Cartel de Guadalajara en México y el Cartel de Medellín en Colombia. Conoció a sus líderes durante sus viajes por ambos países y trabajó como sicario y operador logístico en sus primeras etapas criminales.
También forjó alianzas con figuras del poder hondureño. Uno de sus socios inmobiliarios fue el general Policarpo Paz García, comandante militar que tomó la presidencia de Honduras en 1979 tras un “golpe de cocaína”, financiado en parte por el propio Matta Ballesteros. También era amigo del coronel Leónidas Torres Arias, jefe de inteligencia militar.
Pero sus alianzas también se fracturaron. El conflicto más resonado fue con los Ferrari, una familia hondureña involucrada en el contrabando de drogas y esmeraldas. Tras una disputa por dinero, Matta Ballesteros habría ordenado el asesinato de dos de sus miembros. Según uno de los sicarios, él mismo los torturó antes de que fueran ejecutados. Sus cuerpos aparecieron en el fondo de un pozo a las afueras de Tegucigalpa en 1978.
Perspectivas
En 1990, Matta Ballesteros fue condenado a cadena perpetua en Estados Unidos. En mayo de 2025, obtuvo la libertad por razones médicas, aunque es poco probable que retome su carrera criminal.
Su legado demuestra el limitado impacto de arrestar a los cabecillas del narcotráfico. Las alianzas criminales que ayudó a forjar sobrevivieron a su caída, y las cantidades de cocaína que pasan por Honduras han aumentado considerablemente desde su captura.
Varios miembros de su familia también han sido señalados por narcotráfico. Su hijo, Juan Ramón Matta Waldurraga, se declaró culpable de cargos por tráfico de drogas en Estados Unidos en 2017.