El mandatario norcoreano Kim Jong-un estrechó la mano del jefe de la delegación surcoreana Woo Won-shik este miércoles antes de que comenzara un desfile militar organizado en Pekín, en un gesto que rompe el prolongado silencio de Pionyang con su vecino y que se produce pese a las declaraciones de Kim, que se refirió a Corea del Sur como un «Estado hostil» el año pasado.
El jefe de la delegación del Sur «intercambió un saludo» con Kim antes de la ceremonia en la plaza de Tiananmen, según un comunicado de la oficina de Woo, presidente del Parlamento surcoreano.
El gesto se produce tras las persistentes críticas de Pionyang al Sur, rechazando la desnuclearización de la península y la unificación, pese a los diversos gestos de conciliación de la Administración surcoreana de Lee Jae-myung, que apenas tomó posesión en junio.
Asimismo, Woo sostuvo un encuentro con el presidente ruso Vladímir Putin. El líder ruso mostró «un especial interés por las relaciones intercoreanas y la situación en la península» y preguntó a Woo qué mensaje debería transmitir a Kim en un posible encuentro.
El funcionario surcoreano respondió que le gustaría que Putin transmitiera al líder norcoreano su deseo de que «las dos Coreas puedan abrir una era de paz y prosperidad y que afianzar la paz en la península es hoy de vital importancia, pese a las difíciles circunstancias».
Con información de EFE