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jueves, julio 10, 2025
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Proceso electoral avanza con certeza, pero persisten amenazas contra la democracia, admite Cossette López

TEGUCIGALPA, HONDURAS.

A medida que Honduras se aproxima a una nueva cita con las urnas, el ambiente se va sintiendo un poco tenso, empero, este jueves, la consejera presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Cossette López, ofreció un mensaje ambivalente: por un lado, garantizó que el proceso electoral “avanza con certeza”; por otro, advirtió sobre “riesgos latentes” que podrían afectar la democracia del país.

“Personalmente no pienso que el proceso electoral en sí esté en riesgo”, afirmó López, durante una declaración pública. Sin embargo, admitió que existen “elementos de contexto” que plantean amenazas indirectas. La precisión es importante, pero también reveladora: el CNE no ve riesgos internos, pero sí externos, una distinción que deja más preguntas que respuestas.

La funcionaria insistió en que el rol del organismo electoral es el de analizar el contexto y buscar soluciones, más que alarmar.

“No hacemos análisis de riesgos como tal, simplemente analizamos el contexto”, dijo.

Pero en un país donde el contexto está marcado por la polarización política, la debilidad institucional y la desconfianza ciudadana, ¿es suficiente limitarse a “analizar”?

López también apeló a una “responsabilidad compartida” entre el CNE, los partidos políticos y la ciudadanía.

“Las elecciones son un ejercicio de corresponsabilidad”, sostuvo, en lo que parece ser un llamado legítimo, pero también un deslinde preventivo: si algo falla, no será solo culpa del árbitro.

En un contexto donde el Congreso Nacional está marcado por el estancamiento político, los partidos tradicionales enfrentan una profunda crisis de credibilidad, y la sociedad civil se ve limitada por la falta de garantías y recursos, el mensaje del CNE resuena con una mezcla de institucionalidad y cautela.

El anuncio de que este viernes se realizará el sorteo de ubicación en la papeleta electoral es un paso concreto del cronograma previsto.

Pero más allá de la logística, el verdadero reto sigue siendo político: ¿puede un proceso electoral ser técnicamente ordenado en un entorno democráticamente frágil?

A pesar de las declaraciones tranquilizadoras, las señales de advertencia no pueden ignorarse.

El discurso de “certeza” institucional contrasta con una ciudadanía cada vez más escéptica, un sistema de partidos en crisis y un historial de elecciones recientes marcadas por irregularidades, dudas y conflictos postelectorales.

López tiene razón en una cosa: es hora de ocuparnos, no solo preocuparnos, pero también es tiempo de que los órganos electorales pasen de la prudencia discursiva a la acción decidida y transparente. La democracia no se sostiene con buenas intenciones, sino con instituciones firmes, procesos creíbles y participación genuina.

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