El presidente del Congreso vuelve a exhibir su carácter confrontativo al convertir una diferencia personal en un ataque público, mientras arrastra señalamientos por incumplir sus propias responsabilidades familiares.
TEGUCIGALPA, HONDURAS.
El presidente del Congreso Nacional, Luis Redondo, encendió nuevamente la polémica este viernes al lanzar un ataque directo y público contra el presidenciable Salvador Nasralla, exigiéndole el pago de una supuesta deuda personal a través de su cuenta oficial en la red social X.
“Mirá, @SalvaPresidente, mejor devolveme todo el dinero que te presté confiando en tu honradez. No me has pagado. Te presté cuando nadie más quería hacerlo, porque no confiaban en tu inestabilidad emocional ni en tu comportamiento histriónico”, publicó Redondo, en un mensaje cargado de acusaciones personales.
La publicación no tardó en generar reacciones. Pero la más contundente llegó desde el entorno más cercano de Redondo. Alejandra Bustillo, expareja del congresista y madre de su hija menor, salió al paso para exigirle —también públicamente— el cumplimiento de su responsabilidad como padre.
“Mirá, @Lredondo, mejor pagá todo el dinero que le debés a nuestra hija por más de 3 años de manutención. No has cumplido”, escribió Bustillo. “Te escondés como un perro cobarde”.
La respuesta expuso a Redondo no solo como un funcionario que utiliza las redes sociales para saldar cuentas personales, sino como alguien que no ha cumplido con una de las responsabilidades más básicas: mantener a su hija menor.
Este episodio deja al descubierto el deterioro del liderazgo en el Congreso Nacional, donde su presidente recurre a ataques públicos en lugar de concentrarse en los múltiples escándalos que golpean a su partido y a la institucionalidad, como el caso del polémico “fondo social”, las denuncias por corrupción en Sedesol y los abusos desde la junta directiva legislativa.
Mientras el país enfrenta múltiples crisis, Luis Redondo opta por desviar la atención con un nuevo espectáculo mediático, evidenciando su estilo confrontativo y poco institucional, al que ya se ha hecho costumbre desde que asumió la presidencia del Legislativo.
Para sectores críticos, este tipo de comportamiento alimenta la desconfianza ciudadana hacia el Congreso Nacional, una institución golpeada por la falta de transparencia, el autoritarismo interno y los constantes conflictos de intereses de su dirigencia.
