En lugar de responder con mesura, el alto mando castrense arremete contra quienes exigen su destitución y expone grietas dentro de las Fuerzas Armadas
TEGUCIGALPA, HONDURAS.
El jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras, general Roosevelt Hernández, desató una fuerte polémica este martes al lanzar una serie de ataques públicos contra un grupo de generales retirados que integran la organización Defensores de Honduras, quienes previamente habían solicitado su separación del cargo por considerar que ha politizado la institución.
Durante un acto institucional, difundido por el canal oficial de las Fuerzas Armadas, el general Hernández no solo desestimó las críticas, sino que además lanzó advertencias y cuestionamientos personales contra varios exjerarcas militares, a quienes acusó de carecer de moral y ética.
“Estos ya no son militares… y los puedo retar públicamente a que hablemos de tú a tú en moral y ética”, dijo en tono desafiante, asegurando que él sí representa los valores institucionales frente a quienes, a su juicio, “pelean con la institución” desde el retiro.
La organización Defensores de Honduras, integrada por exjefes del Estado Mayor Conjunto como Mario Raúl Hung Pacheco, Luis Alonso Maldonado, Isaías Barahona y Reynel Funes Ponce, emitió un comunicado el lunes denunciando una preocupante subordinación política de las Fuerzas Armadas bajo el mando de Hernández.
Señalan como graves indicios el retraso de ocho horas en la entrega de maletas electorales durante las elecciones primarias del 9 de marzo de 2025, la presencia armada del jefe castrense en una sesión del Consejo Nacional Electoral (CNE) sin invitación, y presiones a periodistas para revelar sus fuentes.
Hernández, en vez de responder con explicaciones institucionales, optó por atacar la trayectoria de los oficiales retirados.
Acusó al general Hung Pacheco de hacer proselitismo con la imagen militar; tildó a Maldonado de “frustrado” y lo vinculó a personas que, según él, arruinaron su carrera.
Sobre el general Barahona Herrera “usted es el que menos debería estar ahí, cuando usted estuvo fungiendo aquí se le debió haber hecho un tribunal de honor porque usted es un destructor de familias, no tiene moral, y lo retó para que hablemos del tema públicamente para quitarle la mascara”.
En referencia al general Funes Ponce dijo “instructor mío de tesón, aquí estamos y usted tampoco tiene moral, usted sale salpicado en una situación en la salida de Danlí”.
Además, cuestionó que los exoficiales gocen de pensiones otorgadas por la misma institución que hoy critican.
«No trastoquen el mando de las Fuerzas Armadas, ustedes tuvieron su tiempo y su espacio, no queremos sacar cosas…», dijo Hernández, al tiempo que los retó a todos.
“Ellos ya no tienen derecho a pelear con la institución que les dio dignidad”, sentenció el general Hernández, omitiendo que la crítica legítima a los excesos del poder es parte del derecho ciudadano, incluso cuando proviene de quienes han servido en uniforme.
Desde sectores independientes y de derechos humanos se ha señalado con preocupación el tono cada vez más confrontativo del alto mando castrense, y su creciente cercanía con el poder político.
El silencio del gobierno ante estas declaraciones también ha sido interpretado como una peligrosa señal de tolerancia a la militarización del discurso público.
A medida que se acercan las elecciones generales, el papel de las Fuerzas Armadas vuelve a colocarse bajo escrutinio, especialmente en momentos donde su jefe máximo parece más concentrado en defenderse de las críticas que en garantizar el respeto al mandato constitucional de la institución: la defensa del Estado, no de gobiernos.