23 C
Tegucigalpa
sábado, junio 14, 2025
spot_img
spot_img

Roy Santos advierte a Libre: “Si insisten en el odio, enfrentarán una crisis peor que la de 2009”

TEGUCIGALPA, HONDURAS.

El Partido Libertad y Refundación (Libre) ha vuelto a encender alarmas entre diversos sectores sociales y religiosos del país, luego de que su candidata presidencial, Rixi Moncada, emitiera un polémico discurso en el que acusó a diez familias hondureñas de no pagar impuestos.

Para muchos, se trata de una estrategia de confrontación que busca agitar el resentimiento social como arma política, una táctica que, según críticos, evidencia la falta de propuestas concretas ante la frustración popular por la falta de resultados en el gobierno.

La respuesta no se hizo esperar. El pastor evangélico Roy Santos, líder de una importante comunidad religiosa y voz influyente entre sectores conservadores, lanzó una fuerte advertencia contra Libre: “Si llegan a usar la violencia para intentar quedarse en el poder, se expondrían a un peligro peor que el de 2009. Es lo que Dios ha revelado en jornadas de oración”.

Aunque sus palabras fueron pronunciadas en un contexto espiritual, el mensaje es profundamente político. Para Santos, Libre está usando una narrativa de odio y polarización que ya no conecta con la mayoría de los hondureños, y que, de seguir escalando, podría llevar al país a una nueva crisis institucional.

Libre: del discurso de cambio a la retórica del resentimiento

El discurso de Moncada, lejos de enfocarse en soluciones de política pública, apuntó nuevamente al viejo recurso del enemigo interno: las élites económicas.

Sin embargo, para muchos analistas, esta línea de confrontación ya no tiene el mismo efecto que en 2021, cuando la bandera de la refundación ofrecía esperanza a los sectores más golpeados por la desigualdad.

Hoy, con tres años en el poder, Libre carga con promesas incumplidas, una crisis económica persistente, corrupción sin resolver y un aparato estatal plagado de nepotismo.

En ese contexto, recurrir a discursos incendiarios para desviar la atención no solo es irresponsable, sino que podría resultar contraproducente en las urnas.

El mismo pastor Santos lo advirtió: “El mensaje incendiario de 2021 les funcionó, pero en este 2025 no. Libre tiene una raíz de venganza; queremos justicia, equidad y paz. El odio no ayuda al desarrollo del país”.

Ataques a la fe y desprecio por los valores

Además del discurso económico, Libre enfrenta crecientes cuestionamientos por su trato hacia sectores religiosos. Santos denunció que el partido ha cruzado líneas sensibles al intentar desacreditar a la iglesia, y señaló específicamente a Moncada por participar en un “ritual ocultista”, hecho que —de ser confirmado— sería visto por muchos como un acto de provocación hacia la fe de millones de hondureños.

En una sociedad profundamente creyente, los gestos simbólicos importan. Acusar a la iglesia de ser un obstáculo o sugerir que la fe cristiana no tiene cabida en un Estado moderno puede ser un error estratégico devastador. Más aún cuando Libre insiste en abrazar un laicismo radical, que según Santos es “una idea atea sin fundamento espiritual”, similar al modelo de gobiernos comunistas que han fracasado en otros países.

¿Libre sin brújula?

La crítica más profunda no viene del tono religioso, sino de la percepción cada vez más extendida de que Libre gobierna sin un rumbo claro.

Lo que alguna vez fue presentado como un proceso de “refundación nacional” hoy se percibe como una improvisación constante, sin bases ideológicas sólidas ni plan de Estado.

Santos, en línea con lo que muchas voces de la sociedad civil ya han señalado, acusó al partido de mantenerse en el poder únicamente por el control institucional que ha logrado establecer, sin contar con el respaldo real del pueblo: “No tienen el respaldo popular para ganar en 2025, solo controlan instituciones para intentar manipular resultados”.

Una advertencia que refleja el malestar general

El llamado del pastor Santos no debe verse como una simple expresión religiosa, sino como un termómetro del creciente desencanto social hacia un gobierno que prometió cambios profundos, pero ha entregado más división, confrontación y opacidad.

Mientras Libre continúa apelando a la confrontación como estrategia electoral, muchos se preguntan: ¿cuánto más resistirá el país bajo un discurso que enfrenta a ricos contra pobres, creyentes contra laicos, pueblo contra empresarios?

En 2025, el odio ya no vota. Y el pueblo, cansado de promesas, podría estar listo para castigar a quienes optan por dividir antes que gobernar.

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img