TEGUCIGALPA, HONDURAS.
A menos de seis meses de las elecciones generales en Honduras, crecen las alarmas en la comunidad internacional y nacional debido a la negativa del Gobierno de acreditar a varios embajadores, situación que —según expertos— podría poner en riesgo la presencia de observadores internacionales y debilitar la legitimidad del proceso electoral.
El analista en temas internacionales, Graco Pérez, advirtió que esta omisión por parte del Ejecutivo no puede verse como un simple retraso administrativo.
“La falta de acreditación de representantes diplomáticos no es un simple trámite burocrático; está generando un ambiente de incertidumbre internacional y podría tener graves consecuencias para la transparencia del proceso electoral”, alertó.
Entre los diplomáticos que aún no han recibido el beneplácito oficial del Gobierno hondureño figuran los representantes de países clave como la Unión Europea, Israel, Suecia, Portugal, Reino Unido y Ucrania.
La prolongada espera para aceptar sus cartas credenciales plantea dudas sobre la voluntad del Gobierno de abrir el proceso electoral al escrutinio internacional.
Pérez fue enfático al señalar que este tipo de decisiones podrían interpretarse como una estrategia deliberada para restringir la observación internacional.
“Están enviando un mensaje de aislamiento, justo cuando más se necesita acompañamiento y vigilancia imparcial”, indicó.
La preocupación no es menor. Diversos sectores políticos y sociales han alzado la voz, recordando que durante las elecciones primarias del pasado 9 de marzo se registraron denuncias de irregularidades, conflictos entre simpatizantes e incluso acceso limitado a observadores independientes.
La falta de garantías desde ahora compromete la credibilidad de los comicios de noviembre antes siquiera de comenzar.
La Unión Europea, que en procesos anteriores ha sido un actor clave en la observación electoral, recientemente envió una misión exploratoria al país.
Sin embargo, la falta de acreditación oficial a su embajador podría bloquear o entorpecer su despliegue operativo, un escenario que pondría a Honduras en una situación de aislamiento inusual dentro del ámbito latinoamericano.
“La observación internacional no es un lujo ni una cortesía diplomática. Es una garantía mínima de transparencia. Si no se facilita su presencia desde ahora, el proceso electoral llegará herido de muerte en términos de legitimidad”, advirtió Pérez.
En un contexto en el que la desconfianza hacia las instituciones es alta y la polarización política se ha agudizado, la negativa a acreditar embajadores se convierte en una señal preocupante, no solo para los actores nacionales, sino también para la comunidad internacional que observa con atención el rumbo democrático del país.