- Sin respuestas claras, sin plazos definidos y con más dudas que certezas, el titular del Ministerio Público guarda silencio sobre escándalos que rozan el poder
TEGUCIGALPA, HONDURAS.
El fiscal general de la República, Johel Zelaya, compareció este lunes ante los medios de comunicación en un intento de brindar declaraciones sobre temas sensibles de la agenda nacional.
Sin embargo, su actitud fue evasiva y sin contenido concreto, especialmente cuando fue consultado por el llamado “narcovideo”, una grabación que, según diversas denuncias, vincula al cuñado de la presidenta Xiomara Castro con estructuras del narcotráfico.
“Hay varias líneas abiertas, pero no puedo hablar del tema”, se limitó a decir el fiscal, asegurando que “todo está en investigación”.
Pese a defender la autonomía del Ministerio Público y reiterar que no cederá ante presiones, Zelaya no ofreció respuestas claras ni fechas concretas, lo que ha generado preocupación en sectores que ven en su silencio un trato desigual según quién esté bajo investigación.
Una justicia que parece moverse con cautela
En su intervención, Zelaya también se refirió a las investigaciones por los fraudes electorales de 2013 y 2017, señalando que los procesos están en curso.
Sin embargo, no detalló avances específicos ni explicó por qué, tras más de una década en algunos casos, no se han presentado requerimientos fiscales visibles.
Sobre las denuncias de corrupción en la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), institución señalada por desvío de fondos públicos, el fiscal aseguró que “esta semana y la próxima se cerrarán varias líneas de investigación”, aunque no reveló nombres ni acciones concretas.
Cabe destacar que, hasta la fecha, ningún responsable ha sido judicializado.
Consultado sobre el número de denuncias en contra del consejero del CNE, Marlon Ochoa, Zelaya respondió que no sabía cuántas había, quitándole importancia a un tema ampliamente debatido en medios y redes sociales.
“Solo es de ver el sistema”, respondió con indiferencia.
Más preguntas que respuestas
Frente a la gravedad de los casos mencionados, la comparecencia del fiscal general deja más preguntas que certezas.
Su insistencia en que “solo nosotros sabemos cómo están las investigaciones y qué se pretende” ha sido interpretada como una señal de opacidad en el manejo de expedientes que involucran tanto a figuras del pasado como del presente.
En un país donde la demanda por justicia transparente sigue creciendo, la figura del fiscal no puede mantenerse al margen de la rendición de cuentas. Por ahora, los ciudadanos siguen esperando menos discursos y más resultados.