• La presidenta pide lealtad y compromiso a las Fuerzas Armadas de cara a las elecciones, mientras presume cifras de seguridad y estabilidad económica que contrastan con la dura realidad que enfrenta el país.
TEGUCIGALPA, HONDURAS.
En un discurso cargado de simbolismo político y apelaciones a la lealtad castrense, la presidenta Xiomara Castro afirmó este viernes que “la refundación exige instituciones militares y policiales fuertes, incorruptibles y leales con el pueblo”.
Las declaraciones fueron pronunciadas durante la graduación del Curso de Tropas Especializadas en Selvas y Operaciones Nocturnas (TESON), un escenario donde la mandataria no solo enalteció el papel de los uniformados, sino que también reiteró la centralidad de las Fuerzas Armadas en la ruta de su gobierno.
Castro destacó lo que calificó como una reducción “histórica” en las cifras de homicidios —de 41 a 26 por cada 100 mil habitantes— y un aumento de las extradiciones hacia Estados Unidos, incluyendo la del expresidente Juan Orlando Hernández.
Sin embargo, los señalamientos de organismos internacionales y la persistencia de la violencia en barrios y comunidades hondureñas ponen en entredicho la magnitud de esos avances.
En su mensaje, la mandataria pidió a los militares “lealtad a la Constitución y obediencia al pueblo soberano” y los nombró “tesones de la refundación, guardianes de los valores patrios y defensores de la democracia”. A la vez, les advirtió que la bandera nacional “no debe ser arrastrada por la traición”.
De cara a las elecciones generales del 30 de noviembre, Castro recordó que serán las Fuerzas Armadas las responsables de custodiar y resguardar las urnas, asegurando que esta vez habrá “elecciones limpias, libres y transparentes”. “Nunca más golpes de Estado, nunca más fraudes electorales”, recalcó.
La presidenta también presumió que su administración, en el cuarto año de gestión, presenta “los mejores resultados en crecimiento económico y estabilidad financiera”, pese a la corrupción, la pobreza y la deuda heredada.
No obstante, la percepción ciudadana contrasta con esa narrativa: la carestía, la falta de empleo y el desencanto político siguen siendo parte del día a día de la mayoría de los hondureños.
El discurso de Castro refleja así la tensión entre la promesa de refundación y las realidades sociales, económicas y políticas que ponen a prueba tanto a su gobierno como a las instituciones que ahora llama a fortalecer.