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viernes, diciembre 19, 2025
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Xiomara Castro devuelve a las Fuerzas Armadas al negocio bancario y abre un nuevo frente de poder económico

  • El gobierno autoriza la creación de Bancofinter, un banco ligado a la institución militar, reavivando viejos debates sobre la militarización de áreas civiles y los riesgos de concentración de poder financiero.

TEGUCIGALPA, HONDURAS.

La presidenta Xiomara Castro anunció este viernes la creación del Banco Corporación Financiera Internacional S.A. (Bancofinter), una nueva entidad financiera vinculada directamente a las Fuerzas Armadas de Honduras, decisión que marca el regreso formal del estamento militar al negocio bancario y que ha comenzado a generar interrogantes sobre el alcance real de la militarización en ámbitos tradicionalmente civiles.

Durante su discurso, la mandataria enmarcó la iniciativa dentro de su modelo de “socialismo democrático”, subrayando el respaldo permanente de su gobierno a las Fuerzas Armadas.

“Mi gobierno del socialismo democrático, siempre en apoyo a las Fuerzas Armadas, hoy se complace en anunciar al pueblo hondureño un paso histórico para la institucionalidad militar”, expresó Castro, al confirmar que los estudios de factibilidad y las gestiones administrativas ya fueron aprobados.

Autorización oficial y salto financiero

Según la presidenta, la autorización para la creación de Bancofinter quedó plasmada en La Gaceta número 37,020, tras recibir el aval de la Comisión Nacional de Bancos y Seguros (CNBS), el ente regulador del sistema financiero hondureño.

Hasta ahora, Cofinter operaba como una sociedad financiera desde el 12 de agosto de 1999. Con esta decisión, da el salto para convertirse en un banco plenamente integrado al sistema financiero nacional, con mayor capacidad de captación, intermediación y expansión de servicios.

El objetivo oficial, de acuerdo con Castro, es garantizar la seguridad social y la estabilidad económica de los hombres y mujeres que integran las Fuerzas Armadas, así como de sus familias, convirtiendo a Bancofinter en una herramienta financiera al servicio del sector militar.

El regreso de un viejo modelo

La creación de Bancofinter revive una experiencia que Honduras ya conoció. En agosto de 1979 se fundó Banffaa, el banco militar que operó durante más de dos décadas y que dejó de existir como institución castrense en septiembre de 2003, tras ser adquirido por Banpaís.

Para sectores críticos, el anuncio representa un retroceso simbólico y estructural, al reinsertar a las Fuerzas Armadas en actividades económicas estratégicas, en momentos en que el país enfrenta una crisis institucional, electoral y de confianza en las autoridades.

Un sistema financiero cada vez más amplio

Con la incorporación de Bancofinter, el sistema bancario hondureño queda integrado por 16 bancos privados, entre ellos Banco Atlántida, Ficohsa, Banpaís, Davivienda, BAC Credomatic y ahora la nueva entidad de origen militar. A estos se suman los tres bancos estatales: el Banco Central de Honduras, Banadesa y Banhprovi.

El mapa financiero se completa con ocho sociedades financieras, 12 aseguradoras, tres procesadoras de tarjetas de crédito y dos fondos privados de pensiones, conformando una red amplia y compleja que ahora incorpora un actor directamente ligado a la institucionalidad armada.

Dudas y cuestionamientos

Aunque el gobierno presenta a Bancofinter como un mecanismo de bienestar para el personal militar, críticos advierten sobre los riesgos de mezclar poder armado con poder financiero, especialmente en un contexto donde las Fuerzas Armadas han tenido un rol protagónico en la política, la seguridad interna y los procesos electorales.

La decisión también reabre el debate sobre prioridades nacionales, en un país con altos niveles de pobreza, endeudamiento y demandas sociales no resueltas, mientras se fortalece económicamente a una institución que ya concentra influencia operativa, territorial y política.

Con Bancofinter, el gobierno de Xiomara Castro no solo amplía el sistema financiero, sino que redefine el papel económico de las Fuerzas Armadas, dejando abierta una discusión de fondo: si esta apuesta fortalece la institucionalidad o profundiza la concentración de poder en uno de los actores más sensibles del Estado hondureño.

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