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sábado, mayo 18, 2024
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Fuertes caídas de la libertad de prensa en Latinoamérica: Honduras en situación “muy grave”, periodistas en América “bajo presión política”, según informe de Reporteros Sin Fronteras

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En el marco del Día Mundial de la Libertad de Prensa, Reporteros Sin Fronteras (RSF) lanza la clasificación mundial de la libertad de prensa 2024 y revela que el periodismo está bajo presión política.

Honduras en la clasificación global se encuentra en la posición 146 de 180 países en 2024, para 2023 se encontraba en la posición número 169.

“La prensa hondureña vive un lento descenso al infierno desde hace más de una década, tras el golpe de Estado de 2009. El país sigue siendo uno de los más mortíferos para el periodismo en el continente americano, lo cual crea un clima de autocensura y miedo en la prensa”, detalló RSF.

El mismo documento, resalta que, con la concentración de medios en manos de políticos, empresarios y grupos religiosos, el sesgo informativo es palpable.

En ese sentido se señala que la actividad de los periodistas independientes tiene dificultades para sobrevivir sin publicidad o se ve amenazada por las solicitudes constantes de funcionarios al derecho de réplica.

Según lo publicado por RSF las elecciones presidenciales de 2021 dieron la victoria a la candidata de la izquierda opositora Xiomara Castro, del Partido Libre, poniendo fin a una década en el poder del Partido Nacional, después de tres mandatos presidenciales.

Se enfatiza que la llegada al poder de la primera mujer presidenta generó muchas expectativas por su agenda de derechos humanos. “No obstante, los periodistas se enfrentan a retos similares a los que encaraban con gobiernos anteriores: discursos denigrantes de los nuevos funcionarios, el rechazo al acceso a las fuentes informativas a periodistas no afines al gobierno y la falta de protección contra las amenazas”.

Código Penal una amenaza para la libertad de prensa

En otro apartado el documento, indica que la tasa de impunidad, en un país gangrenado por la violencia del crimen organizado y por la corrupción, es una de las más elevadas del continente.

Adiciona que se emprenden regularmente acciones judiciales abusivas contra los periodistas y las penas de prisión por difamación son habituales. Algunas veces, van acompañadas de la prohibición de volver a ejercer el oficio. El nuevo Código Penal, aprobado en 2020, contiene artículos liberticidas, en especial, la penalización del derecho de manifestación y reunión.

Estos cambios también afectan a toda la cadena informativa, al imponer multas y prisión no solo a periodistas, sino a quienes reproduzcan sus escritos. “El código viola estándares internacionales de derechos humanos y constituye una amenaza para la libertad de prensa”.

La edición 2024 de Reporteros Sin Fronteras en su evaluación de libertad de prensa también reflejó que Honduras es uno de los países menos igualitarios de América Latina.

Refirió que la utilización de la pandemia para despedir a periodistas o bajarles el salario hasta en un 40 % ha degradado aún más el bajo nivel económico que sufren los trabajadores de la prensa. Asimismo, se indica que no hay un control de los abusos de los medios hacia sus empleados.

De igual forma los periodistas y los medios comunitarios – sobre todo los que reportan sobre narcotráfico, crimen organizado, megaproyectos, polarización social y violencia contra las mujeres – son agredidos con regularidad, y son el blanco de campañas de acoso e intimidación, persecución, amenazas de muerte o exilios forzosos.

En la mayoría de los casos, las agresiones y actos de violencia contra la prensa son cometidos por las fuerzas del orden, en especial por parte de la policía militar y el ejército, según el informe.

Otro punto que retomó el informe es que el país cuenta con un mecanismo de protección, pero este carece de presupuesto y de personal con experiencia, lo que impacta en la implementación de las medidas y pone en grave vulnerabilidad a los beneficiarios.

A escala mundial, se impone una constatación: la libertad de prensa está amenazada por los mismos que deberían ser sus garantes: las autoridades políticas. De los cinco indicadores que conforman la puntuación de los países, el indicador político es el que más desciende en 2024, con una caída de 7,6 puntos, según revela la nueva edición de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa elaborada por Reporteros Sin Fronteras (RSF).

¿Cómo está América según RSF?

América: Las presiones políticas amenazan cada vez más la independencia y la seguridad de los periodistas

En la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2024 de RSF, más de la mitad de los países de la región experimentan un deterioro de su situación, debido principalmente a la caída del indicador político.

Cada vez son más los líderes políticos que estigmatizan a los periodistas y a los medios de comunicación en sus discursos. A ello se suman las campañas de desinformación, las acciones judiciales abusivas y la propaganda estatal, que fomentan la desconfianza hacia la prensa y favorecen la polarización. Esta violencia, unida a las agresiones físicas contra periodistas con total impunidad, está creando un clima de autocensura en América del Sur y Centroamérica.

Estados Unidos (55º), que retrocede diez puestos, se prepara para las elecciones de 2024 en un contexto de creciente desconfianza hacia los medios, alimentada esencialmente por la abierta hostilidad de los líderes políticos, algunos de los cuales no dudan en llamar al encarcelamiento de periodistas. En varias ocasiones, las fuerzas de seguridad han registrado redacciones y detenido a periodistas de forma abusiva.

La situación es especialmente preocupante en Argentina (66º), tras la llegada al poder del presidente Javier Milei, cuya postura agresiva hacia el periodismo afecta al pluralismo. En Perú (125º), las condiciones para ejercer el periodismo se van deteriorando a medida que el sistema político se vuelve cada vez más opaco. El país ha caído 48 puestos en sólo dos años. En Centroamérica, la actitud abiertamente hostil del presidente Nayib Bukele hacia el periodismo de investigación explica el importante declive que registra El Salvador (133º) desde 2019.

Censura, presiones políticas y exilio forzado

En los tres países de la región que se sitúan en los últimos puestos de la Clasificación, Cuba (168º), Nicaragua (163º) y Venezuela (156º), el periodismo está sometido a una censura basada en decisiones arbitrarias, que pueden tomar la forma de detenciones, suspensiones de la difusión o trabas administrativas. En Guatemala (138º), la criminalización de los periodistas y el encarcelamiento de José Rubén Zamora atestiguan las graves amenazas que ha afrontado el periodismo en los últimos años.

En Ecuador (110º), la crisis política y el auge del crimen organizado han alterado el funcionamiento de la democracia. A pesar de que no se han registrado nuevos asesinatos de periodistas en relación al año pasado, cuando fueron asesinados seis, Haití (93º) se mantiene en el puesto 131º de los 180 países en materia de seguridad. En México (121º), el país del mundo con el mayor número de periodistas asesinados (72) en la última década, el presidente Andrés Manuel López Obrador no ha mejorado la situación en el último año de su mandato, con una retórica bastante hostil hacia los profesionales de los medios.

Una evolución positiva y nuevos desafíos

Las buenas noticias llegan desde Chile (52º), que gana 31 puestos. La atenuación de la polarización y la voluntad del gobierno de fortalecer la libertad de prensa para crear un entorno más seguro para los profesionales de los medios han contribuido a esta subida. En Brasil (82º), el gobierno del presidente Lula ha realizado progresos en la normalización de las relaciones con la prensa, tras un periodo de escalada de tensiones durante el mandato del ex presidente Jair Bolsonaro. Antaño el país mejor clasificado de la región, Costa Rica (26º) sigue cayendo, debido a las tensiones entre el gobierno y los medios de comunicación. Canadá (14º) obtiene los mejores resultados de las Américas, pero no se priva de problemas, sobre todo por la incertidumbre económica a la que se enfrenta su industria de los medios.

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