TEGUCIGALPA, HONDURAS.
La sequía y las altas temperaturas asociadas a la crisis climática y empeoradas por el fenómeno El Niño tendrán un impacto «dramático» en la producción de alimentos en Honduras, un país altamente vulnerable a eventos climáticos que requiere prácticas agrícolas más resistentes para garantizar la seguridad alimentaria.
Los largos períodos de sequía y lluvias intensas afectan los medios de vida y la seguridad alimentaria de los hondureños y los obliga a migrar en muchos casos, dijo a EFE el presidente de la ONG Monitoreo Forestal Independiente (MFI), Fausto Mejía.
El Niño puede ser “muy fuerte, muy dramático e impactante en los medios de vida de la gente, los cultivos agrícolas se pueden perder en la próxima temporada”, explicó Mejía.
Según la Secretaría de Gestión de Riesgos y Contingencias de Honduras, el país centroamericano registrará «temperaturas fuertes» en los cinco primeros meses del año debido a la influencia de El Niño.
«Se estima que El Niño todavía registra una intensidad fuerte (en Honduras); sin embargo se empezará a debilitar a partir del próximo mes (febrero) y estaría finalizando en mayo para dar paso a un período neutro», de acuerdo a la Perspectiva climática presentada la semana pasada por la institución hondureña.
Mejía indicó que el Corredor Seco hondureño, que comunica parte de la región suroccidental con el centro de Honduras, podría vivir un período “dramático” por la sequía, y aseguró que los proyectos impulsados en esa zona solo han permitido “palear el hambre en el momento”.
Por ello, recomienda a las autoridades crear un “cambio importante” en el sistema de producción y adaptar la agricultura a las condiciones climáticas.
Las autoridades hondureñas mantienen alerta roja, de emergencia, en 144 de los 298 municipios de Honduras por la sequía asociada a El Niño, un fenómeno que ha afectado a miles de familias, principalmente en el Corredor Seco, donde la población vive de cultivos de subsistencia de maíz y fríjoles, granos básicos en la dieta de los hondureños.
Honduras paga «injustamente» las consecuencias
La sequía amenaza la actividad productiva, principalmente de alimentos, por lo que considera necesario impulsar la adaptación al cambio climático de los agricultores, señaló a EFE el director del Instituto de Conservación Forestal (ICF) de Honduras, Luis Soliz.
«En los bosques y en los cultivos tenemos que hacer esas adaptaciones para poder controlar y no perder estos cultivos, estos bosques, tenemos que ir cambiando a la adaptación y trabajando en mitigación para ser cada vez más resilientes al cambio climático», explicó.
El sector agrícola es el que «más sufre» las consecuencias de la escasez del agua, lo que afecta directamente la seguridad alimentaria y la conservación del bosque, subrayó.
Según Soliz, Honduras «injustamente» debe «pagar las consecuencias y las facturas de lo que provocan los países industrializados altamente capitalinas en el mundo (…), que producen estos gases de efecto invernadero que calientan la atmósfera y hacen que aumente la temperatura».
Indispensable adaptarnos a crisis climática
El director del ICF indicó que resulta indispensable «adaptarnos» a la crisis climática y construir obras de contención de inundaciones, capacitar a las personas e invertir en la prevención de incendios forestales y el control de plagas y enfermedades.
Destacó la importancia de detener la deforestación de los bosques, un asunto «endémico» en el país, porque son esenciales en la lucha contra el cambio climático, así como combatir los incendios forestales, las plagas y trabajar en la conservación de las fuentes de agua.
«Si no tenemos agua, no podemos tener producción de alimentos, no podemos tener seguridad alimentaria, no tenemos comida», enfatizó Soliz.
En opinión de Soliz, el país ha logrado «reducir la deforestación y aumentar la restauración» del bosque, pero reclamó la creación de un juzgado ambiental para castigar penalmente a los que cometen ese delito.
Honduras pierde entre 2.500 y 3.000 hectáreas de bosque cada año por los incendios forestales, mientras que la deforestación destruye anualmente unas 65.000 hectáreas, según cifras oficiales.
Con información de EFE