• Un reportaje destapó una red de corrupción en la frontera de El Amatillo, donde tramitadores y empleados del Instituto Nacional de Migración cobran 30 dólares para agilizar el paso hacia territorio salvadoreño durante la Semana Morazánica
TEGUCIGALPA, HONDURAS.
Un reciente reportaje ha puesto al descubierto un nuevo escándalo de corrupción en la frontera de El Amatillo, al sur de Honduras.
Funcionarios del Instituto Nacional de Migración (INM), en complicidad con tramitadores particulares, estarían cobrando 30 dólares (unos 750 lempiras) a los viajeros hondureños para cruzar rápidamente hacia El Salvador, sin filas ni revisión formal.
El cobro ilegal se ofrece como una “vía rápida” durante el masivo tránsito de turistas por la Semana Morazánica, un período de descanso en el que miles de hondureños aprovechan para visitar el vecino país.
“Si pagan 30 dólares, los cruzamos a El Salvador sin hacer fila”, denunció uno de los afectados, señalando que los cobros se realizan a plena vista de las autoridades migratorias.
El esquema involucra a tramitadores que operan en los alrededores del punto fronterizo y a empleados de Migración que permiten el paso sin cumplir los protocolos de registro y control.
Lo que debería ser un trámite gratuito se ha convertido en una fuente de ingresos ilegales para quienes manipulan la desesperación de los viajeros ante las largas filas y el intenso calor.
El contraste: eficiencia en El Salvador, corrupción en Honduras
Mientras Honduras enfrenta denuncias por abusos en su frontera, la Dirección General de Migración y Extranjería de El Salvador informó sobre un incremento de turistas hondureños y destacó la eficiencia de sus operaciones durante esta temporada.
El país vecino implementó un despliegue adicional de oficiales fronterizos y sistemas tecnológicos para reducir tiempos de espera, garantizando un flujo ágil y seguro.
“Queremos brindar una experiencia ordenada y hospitalaria a los hermanos hondureños”, expresaron las autoridades salvadoreñas, que promocionaron playas, parques, volcanes y sitios históricos como destinos preferidos durante el feriado.
El contraste no pasó desapercibido: mientras en El Salvador los turistas fueron recibidos con organización y bienvenida, en Honduras el paso fronterizo quedó marcado por corrupción, descontrol y ausencia institucional.
Silencio oficial y daños a la imagen del país
Hasta ahora, ninguna autoridad hondureña ha emitido un pronunciamiento sobre las denuncias de cobros ilegales en El Amatillo.
El silencio del INM y de la Secretaría de Gobernación, Justicia y Descentralización alimenta las críticas hacia la gestión del gobierno de Xiomara Castro, señalada en reiteradas ocasiones por la falta de supervisión y transparencia en el manejo de sus instituciones.
Analistas y empresarios del sector turismo advierten que estas prácticas deterioran la imagen del país y generan desconfianza tanto entre turistas nacionales como internacionales.
Cada acto de corrupción en las fronteras representa no solo un perjuicio económico, sino también una pérdida de credibilidad para Honduras frente a la región.
Corrupción estructural y falta de control
El caso de El Amatillo no es un hecho aislado. En distintos puntos fronterizos se repiten denuncias similares: cobros ilegales, extorsión a transportistas y falta de rendición de cuentas.
A pesar de los compromisos del Gobierno en materia de transparencia, la corrupción parece haberse institucionalizado, afectando directamente sectores estratégicos como el turismo y la inversión.
Mientras tanto, El Salvador continúa capitalizando el desorden hondureño, consolidándose como un destino turístico eficiente, seguro y atractivo.
La corrupción en Migración, más allá del escándalo mediático, refleja una falla de fondo en el Estado hondureño: la incapacidad de garantizar que sus instituciones sirvan a los ciudadanos y no se sirvan de ellos.