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viernes, octubre 10, 2025
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Remesas alcanzan cifra récord de $9,079 millones, pero la devaluación del lempira persiste pese al auge de divisas

  • El flujo de dinero enviado por migrantes representa seis de cada diez dólares que ingresan a Honduras, consolidando la dependencia externa del país. Pese a la abundancia de divisas, el lempira se ha devaluado más del 5% interanual, reflejando los límites de la política cambiaria del BCH.

TEGUCIGALPA, HONDURAS.

El flujo de remesas familiares superó los $9,079 millones al cierre del tercer trimestre de 2025, una cifra histórica que representa el 61% del total de divisas recibidas por Honduras, según datos del Banco Central de Honduras (BCH).

Con un ingreso total de $14,795 millones en divisas hasta septiembre, las transferencias de los hondureños en el exterior se consolidan como la principal fuente de entrada de dólares al país.

El monto enviado por los migrantes aumentó un 26% respecto al mismo período de 2024, cuando las remesas sumaban $7,194 millones.

En otras palabras, seis de cada diez dólares que ingresan a Honduras provienen del exterior, una tendencia que pone en evidencia la dependencia crítica de la economía nacional de los hondureños que trabajan fuera del país, especialmente en Estados Unidos.

El papel del BCH y el “equilibrio” del mercado cambiario

De acuerdo con el BCH, las remesas cubrieron el 100% de la demanda de dólares en septiembre, permitiendo atender completamente las necesidades del mercado cambiario durante ese mes. Esta situación, sumada al incremento de exportaciones, ha contribuido —según la autoridad monetaria— a una “estabilización gradual” del mercado.

“Esta mayor captación de divisas, en conjunto con las medidas de política adoptadas, ha permitido la estabilización del mercado cambiario, resultando en una adjudicación en la subasta alrededor del 100% para septiembre de 2025”, destacó el BCH en su último informe, defendiendo la efectividad de su gestión.

Las exportaciones de café generaron $1,724.9 millones entre enero y septiembre, impulsadas por los mejores precios internacionales del grano. Le siguieron los servicios, con $1,606.5 millones, que también mostraron un desempeño superior al del año pasado.

El BCH asegura que esta entrada de divisas ha permitido mantener niveles adecuados de reservas internacionales, atender la demanda del comercio, la manufactura, el sistema financiero y la agroindustria, y “garantizar la estabilidad del mercado cambiario”.

La paradoja: más dólares, pero más devaluación

Pese al discurso oficial de estabilidad, el propio BCH admite que el aumento de divisas no ha reducido la devaluación, que supera el 5% interanual.

Este martes 7 de octubre, el precio de un dólar se situó en L26.27, reflejando una depreciación continua del lempira que encarece las importaciones, reduce el poder adquisitivo y presiona la inflación.

La contradicción —más divisas, pero menos poder del lempira— expone las presiones estructurales sobre el tipo de cambio que van más allá de la disponibilidad de dólares.

Economistas apuntan a factores como expectativas de mercado, déficit comercial, especulación cambiaria y la decisión del BCH de evitar una apreciación que afecte la competitividad de las exportaciones.

Una economía atada a las remesas

El auge de las remesas también revela la vulnerabilidad estructural de Honduras. Si seis de cada diez dólares provienen de los migrantes, cualquier disrupción externa —como cambios en las políticas migratorias o fiscales de Estados Unidos— podría tener efectos devastadores.

La economista Liliana Castillo advirtió que las amenazas del gobierno de Donald Trump de aplicar un impuesto del 3.5% a las remesas podrían reducir el ingreso de divisas entre $350 y $500 millones, afectando tanto el mercado cambiario como el sustento de más de un millón de hogares en el país.

Desafíos sin resolver

Aunque el BCH celebra la “estabilización gradual”, los datos reflejan que el modelo económico hondureño sigue atrapado en una combinación de bajo crecimiento, dependencia de remesas y débil diversificación productiva.

En ese contexto, la abundancia de dólares no logra fortalecer la moneda ni aliviar las tensiones sociales. La devaluación persistente muestra que las políticas monetarias actuales apenas contienen los síntomas sin corregir las causas.

Así, mientras el dinero de los migrantes sostiene el consumo, equilibra la balanza de pagos y mantiene a flote las reservas, la economía hondureña continúa siendo rehén de la inestabilidad externa y de su propia falta de transformación productiva.

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