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jueves, mayo 2, 2024
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Una reflexión sobre el mensaje de la Conferencia Episcopal de Honduras

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AQUEL DE VOSOTROS QUE ESTÉ SIN PECADO, QUE ARROJE LA PRIMERA PIEDRA: UNA REFLEXIÓN SOBRE EL MENSAJE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE HONDURAS (CEH) EL DIA 11 DE OCTUBRE DE 2022.

 

El ser humano por naturaleza es político, sin embargo, cada uno lo hace por su propia iniciativa o deja de hacerlo porque algunas normas de la sociedad se lo prohíben, como en el caso de los curas católicos que deben seguir el ejemplo de Jesucristo, que, sin meterse en la política de esos tiempos, supo transmitir su mensaje de salvación a la humanidad, explicando lo que es el bien y lo que es mal con su propio testimonio de vida.

En lo personal no soy Libre, ni Cachureco ni nada que se parezca, porque para mí el primer requisito para ser político es adoptar las prácticas contrarias al mensaje de salvación que nos ha dado Jesucristo crucificado, muerto y resucitado.

En este marco de creencias es que deseo referirme al “Mensaje” emitido por la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH) con fecha 11 de octubre de 2022. 

La sociedad hondureña carece de todo tipo de valores y de instituciones que sean modelo a seguir y que constituyan la voz de la conciencia de toda una nación que quiera vivir más o menos decentemente en un mundo plagado de hipocresías, traición, y culto solo a lo que es material, llegando incluso a matar al prójimo por la acumulación de riquezas. Ahí tenemos los poderes del estado dignos representantes del cáncer de la corrupción, la sociedad civil vendida al mejor postor, las fuerzas armadas y la policía nacional cueva de delincuentes e intocables por el simple hecho de que al que no le guste ahí están las armas para acallar y hacer prevalecer el famoso dicho “el que tiene las armas tiene el poder. 

¿Las iglesias? A estas últimas me referiré y en especial a la jerarquía de la Iglesia católica, ya que la evangélica está tan desprestigiada que sus dirigentes pastores se encuentran escondidos para no dar cuentas de delitos cometidos al servicio del peor y más infame gobierno que ha tenido Honduras en sus 201 años de no pertenecer a España.

Hoy me he detenido a reflexionar sobre el Mensaje que emitió recientemente la Conferencia Episcopal de Honduras. Y, debo ser honesto, me sentí obligado a escribir estas letras porque soy creyente en la salvación de las Almas a través de Nuestro Señor Jesucristo, como también soy consciente del mensaje que nos dice: 

  1. “No juzguéis, para que no seáis juzgados. 
  2. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. 
  3. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? 
  4. ¿O cómo vas a decir a tu hermano: «¿Deja que te saque la brizna del ojo”, teniendo la viga en el tuyo? 
  5. Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.”

“»15. «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 

San Mateo 7

Los obispos hondureños nos dicen, en su mensaje a la nación, que la corrupción en el país influye negativamente en la relación entre gobernantes y gobernados, pero yo me pregunto, que hay de la corrupción de la Iglesia Católica que influye en la relación entre jerarquía eclesiástica y feligresía, provocando la deserción de miles de católicos. O es que creen que ya se nos olvidó el caso del Obispo Juan José Pineda y los actos de abuso sexual a los seminaristas del seminario “Nuestra Señora de Suyapa”, o la corrupción galopante con la sustracción de fondos, por parte del cardenal Rodríguez Maradiaga y algunos de sus fieles obispos como Monseñor Ángel Garachana que para su provecho económico es capaz de volver a vender al mismo Jesucristo, apropiándose de cantidades millonarias de la Universidad Católica que al final son bienes de la iglesia católica en su conjunto. O creen que ya se nos olvidó la estafa que le hizo también el cardenal Rodríguez a la viuda del exembajador de Honduras en el Vaticano, o también se nos olvidó los treinta millones que el gobierno nacionalista le dio al cardenal Rodríguez y su testaferro Juan José Pineda para la ejecución de “Proyectos Invisible de la Iglesia Católica” donde el propio Garachana maldijo el día en que habían nacido los que no le participaron del botín. 

Así mismo nuestros ejemplares obispos han visto con gran agrado los intentos de la Presidenta y la ONU en la firma del memorándum de entendimiento para traer al país la CICIH, pero ese agrado no lo hemos visto los creyentes católicos de la iglesia que peregrina en honduras, cuando ya han venido al país dos comisiones del Vaticano para conocer sobre la corrupción del Cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga en la Arquidiócesis de Tegucigalpa y la Universidad Católica de Honduras. Comisiones con nombre y apellido, la primera bajo la supervisión de monseñor Alcides Jorge Pedro Casaretto prelado argentino y persona de mucha confianza del Papa Francisco, quien personalmente lo envió para dicho fin. Y la segunda encabezada por monseñor Guy Real-Thivierge también prelado canadiense, quien llegó a Honduras en el año de 2021 con las instrucciones del propio Papa Francisco para conocer sobre la intención del cardenal Rodríguez Maradiaga de apropiarse de la universidad católica de honduras, a título personal, con la colaboración de su siempre fiel Elio David Alvarenga eterno rector de la universidad católica.

Por último nos hacen el llamado a participar en la elección de la nueva corte suprema de justicia, pero digo yo, a quien le preguntan si ponen a unos de ellos, no es exactamente lo mismo, los ponen de dedo y a conveniencia de sus propios intereses, o es que me van a decir que unos obispos son mejor que otros, es decir para nombrar el cardenal Rodríguez a Juan José Pineda, él debió ser mejor que Ovidio rodríguez, o que Domingo Salvador (QDDG), o de cualquier otro buen sacerdote conocido por la feligresía hondureña.

Por último, solo quiero recordar a los señores obispos de la Conferencia Episcopal de Honduras, que deben limpiar bien su casa antes de recomendar la limpieza de la casa común en que vivimos todos los hondureños, una casa sucia, apestosa y malvada por el comportamiento de muchos malos hijos y por instituciones, como la suya, que en vez de apacentar a las ovejas del Señor se dedican a decir lo que ellos mismos no son capaces de cumplir.

«7. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:

«Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.»»

San Juan, 8

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